
Reseña de libros: de Solvej Balle a Rodrigo Lira
El Volumen del Tiempo, la sorprendente novela de la autora danesa que gira en torno a las paradojas temporales; la reedición de Proyecto de Obras Completas del poeta chileno, y Faustino, un conjunto de cuentos de Matías Carrasco, en las lecturas de la semana.


El volumen del tiempo, de Solvej Balle (Anagrama)
Tara Selter es librera de libros antiguos. Vive en un pueblo del norte de Francia con Thomas, su marido. El 17 de noviembre viaja a una subasta en Burdeos y pasa la noche en París. Al día siguiente, 18, recorre librerías, visita amigos y se quema la mano en una estufa. Habla con Thomas por teléfono antes de dormir. En el desayuno, descubre que aún es 18 de noviembre. De algún modo, Tara entró en un bucle temporal. Viaja a casa, trata de explicárselo a Thomas, pero al día siguiente vuelve a ser 18 de noviembre y él no recuerda nada. Tara está atrapada en un eterno presente, si bien su quemadura sana y ella envejece. Los artefactos tecnológicos también se reinician cada mañana, de modo que ella comienza a escribir para reflejar el tiempo. La novela arranca en el 18 de noviembre número 121, cuando ya Tara puede predecir cada movimiento de Thomas y ella se siente sola y aislada en este bucle. Novela reflexiva y elegantemente escrita, es el inicio de una saga de siete libros que gira en torno a las paradojas del tiempo, la soledad y lo imprevisible.

Proyecto de Obras Completas, de Rodrigo Lira (UDP)
A menudo, la leyenda ensombrece la obra de Rodrigo Lira. Poeta, provocador y agitador de la escena cultural en dictadura, su poesía apareció como una fuerza disruptiva, escéptica y paródica, cargada de ironía y vocación teatral. Ciertamente, escribió involucrado con el contexto social y cultural, desafiando la hegemonía poética y contra las vacas sagradas. Desde luego, escribió muy apegado a su biografía y la urgencia de sus poemas, como sugirió Enrique Lihn, nace de su propia desesperación. Una biografía que se interrumpió en 1981, cuando aún era un poeta inédito. Tras su muerte, sus amigos editaron este volumen que ahora vuelve a librerías y donde se leen poemas como este: “O sea que en resumen habría que morir sin alharaca/ sin pánico cundiendo ni cúnico pandiendo ni púnico candi endo/ suave, callado el loro/ morir/ o quedarse en la vereda como un pedazo más grande que el promedio de basura/ saboreando algo así como un candi masticable o un goyak/ y hasta incluso un caramelo bueno, de Serrano, o fino,/ de Ambrosoli,/ pero muriéndose,/ muriéndose sin alharaca/ muriéndose”.

Faustino, de Matías Carrasco (Trayecto)
A menudo, la leyenda ensombrece la obra de Rodrigo Lira. Poeta y agitador cultural, su poesía apareció como una fuerza disruptiva, escéptica y paródica en dictadura. Escribió involucrado con el contexto de la época, desafiando la hegemonía poética y contra las vacas sagradas. Escribió apegado a su biografía y la urgencia de sus poemas nace de su propia desesperación. Una biografía que se interrumpió en 1981, cuando aún era inédito. Tras su muerte, sus amigos editaron este volumen que ahora vuelve y donde se lee: “O sea que en resumen habría que morir sin alharaca/ sin pánico cundiendo ni cúnico pandiendo ni púnico candi endo/ suave, callado el loro/ morir/ o quedarse en la vereda como un pedazo más grande que el promedio de basura/ saboreando algo así como un candi masticable o un goyak (...)/ pero muriéndose,/ muriéndose sin alharaca”.
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