Aumento de casos de violencia escolar
El hecho de que ya no solo sean riñas, sino que además las denuncias por agresiones con armas hayan experimentado un incremento de casi 400% en una década, exige tomar conciencia del fenómeno y de sus graves implicancias para las víctimas y la sociedad en su conjunto.

Se ha vuelto una peligrosa costumbre constatar cómo los casos de violencia escolar se han multiplicado en el último tiempo, donde constantemente se verifican riñas entre estudiantes -en algunos casos muy violentas- o bien entre los propios apoderados, además de agresiones a profesores. Todavía más inquietante es el hecho de que los casos donde se utilizan armas blancas o de fuego también van en aumento, generando con ello situaciones de extremo peligro. Un reciente incidente en un colegio de la comuna de San Pedro de la Paz (Región del Biobío), donde un grupo de encapuchados -ayudado por un estudiante del colegio del mismo recinto- ingresó al establecimiento e hirió a tres alumnos -producto de rencillas anteriores- ha conmocionado a la comunidad. El asesinato de un estudiante en la plaza de Melipilla, producto del uso de arma blanca, también generó enorme impacto. Ambos casos dan cuenta del grave problema de convivencia escolar o prácticas delictuales.
Las cifras del Ministerio de Educación -según consignó un reportaje publicado por este medio sobre los incidentes en San Pedro de la Paz-indican que desde la pandemia las cifras relacionadas con incidentes de violencia escolar aumentaron desde 7.800 en 2022 a 8.500 en 2024. La Superintendencia de Educación ha indicado que en el primer semestre de este año se registró un aumento de 25% en las denuncias por convivencia respecto a igual período del año anterior, siendo el maltrato entre estudiantes la principal causa.
Debe ser un motivo de especial preocupación que las denuncias por infracción a la ley de armas al interior de establecimientos educacionales han aumentado significativamente. Entre 2014 y 2024 a nivel nacional el incremento alcanzó casi 400%, donde en el caso de la Región del Biobío el aumento fue del 300%. Si ya las riñas con arma blanca revisten un peligro enorme, el hecho de que el uso de armas de fuego esté permeando cada vez supone una amenaza todavía mayor, lo que exige adoptar medidas urgentes.
La violencia escolar, en cualquiera de sus formas -agresiones físicas, ciberacoso, bullying y otras- supone graves daños no solo en la salud mental de los afectados -el solo hecho de vivir con temor ya supone un desgaste o un desánimo-, sino que además por lo general se traduce en menores rendimientos académicos -algunos estudios han logrado verificar efectos directos en los resultados de las pruebas Simce-, predispone al consumo de drogas y en casos más extremos puede llevar a que las víctimas busquen autoatentar contra su vida. La Unesco estima que alrededor del mundo más del 36% de los educandos se ve afectado por una riña física con algún compañero, y casi uno de cada tres ha sido agredido físicamente al menos una vez al año. No cabe duda de que como sociedad vivimos en un ambiente de mayor violencia, lo que hace mucho más difícil poder contenerla a su vez en los ambientes escolares.
Con todo, es indispensable tomar conciencia sobre lo imperioso que resulta hacerse cargo del aumento de la violencia escolar, pues resulta evidente que además de los impactos ya reseñados, si en los propios colegios la violencia es parte de la cotidianidad ello repercutirá en la vida adulta. Si bien las comunidades escolares tienen mucho que decir en la forma como abordan la violencia y las medidas para prevenirla, los niveles alcanzados -sobre todo con un mayor uso de armas- indican que ya no se trata de casos puntuales, sino de un fenómeno que no solo requiere medidas urgentes de control, sino que exige ser abordado desde una perspectiva multidimensional.
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