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06 SEPTIEMBRE
Consuelo: un relato de Irene Vallejo
Diversas escuelas de filosofía en la antigua Grecia ofrecían a sus seguidores recetas para aliviar tristezas. La meta de sus enseñanzas era la ataraxia, una palabra que hoy suena a nombre de ansiolítico, y que significaba “ausencia de turbación”. Ese ideal atraía a personas agitadas, fatigadas de luchar en las trincheras del día a día, al borde del desconsuelo.
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Consuelo: un relato de Irene Vallejo

31 AGOSTO
He visto a todos caer: un relato de Jaime Bayly
Es probable que mi carrera de televisión en este país, que comenzó hace exactamente treinta años, cuando estaba por nacer una de mis hijas, termine más o menos pronto, digamos a finales de este año o mediados del próximo. No renunciaré. Resistiré todo lo que pueda. Haré acopio de paciencia y humildad. De esos treinta años, casi veinte los he trabajado en el canal que ahora no me paga porque no puede hacerlo. No es mala leche del dueño ni de sus gerentes.
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He visto a todos caer: un relato de Jaime Bayly

16 AGOSTO
Viejas costumbres que no pienso interrumpir: un relato de Jaime Bayly
Cuando viajo con mi familia, o a solas por asuntos de trabajo que en rigor no constituyen un verdadero trabajo, mi asistenta me guarda cuidadosamente los periódicos que llegan cada día, en mi ausencia. Al volver a casa, encuentro una montaña de periódicos sobre la mesa, en la sala de lectura
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Viejas costumbres que no pienso interrumpir: un relato de Jaime Bayly

10 AGOSTO
Confusiones y certezas
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Confusiones y certezas

09 AGOSTO
Verdades como puños: un relato de Irene Vallejo
Hace dos mil años, en la soledad de su insomnio, lejos de casa, entre campañas militares y desvelos de gobierno, Marco Aurelio comenzó un diario íntimo. Allí volcaba su fatiga y su irritación, para después recordarse a sí mismo que debía ocultarlas y practicar la paciencia aprendida en la filosofía.
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Verdades como puños: un relato de Irene Vallejo

02 AGOSTO
Un soplo en el corazón: un relato de Jaime Bayly
Mientras caminaba dos cuadras hasta el colegio Markham, me preguntaba si esa mañana iría a clases o me escaparía. Raramente quería ir a clases, salvo que ese día tuviésemos un partido de fútbol.
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Un soplo en el corazón: un relato de Jaime Bayly

26 JULIO
Esta isla bendita: un relato de Jaime Bayly
Nosotros nos quedamos casi todo el verano en la isla, y por eso tenemos fama de locos y de pobretones. Viajamos dos o tres veces durante las vacaciones escolares, pero son travesías breves, de apenas siete días. Luego regresamos extrañando a la isla y, sobre todo, a nuestro perro y nuestros gatos. No podríamos dejarlos tres meses seguidos, sería una crueldad egoísta.
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Esta isla bendita: un relato de Jaime Bayly

05 JULIO
El hombre imperfecto: un relato de Jaime Bayly
Pensé que me sentiría mejor, gracias a ejercitarme. No ha sido así. Hace días me siento tan mal que ya no puedo subir a la cinta. Me ha atacado una enfermedad sin nombre, insidiosa.
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El hombre imperfecto: un relato de Jaime Bayly

28 JUNIO
Nadie oye mis plegarias: un relato de Jaime Bayly
Aunque soy un creyente dubitativo e inconstante, aunque tiendo a pensar que no tengo alma o que mi alma es mi barriga, quiero creer que el espíritu de mi hermana ha viajado a un lugar mejor.
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Nadie oye mis plegarias: un relato de Jaime Bayly

28 JUNIO
El meñique que sostiene el mundo: un relato de Irene Vallejo
Insistir solo en las flaquezas de las personas deja a cada paciente en soledad. Los trastornos de la mente emergen por fin del silencio. Puede que los veamos como un enigma: no los convirtamos en estigma. 
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El meñique que sostiene el mundo: un relato de Irene Vallejo

21 JUNIO
El gordo del avión: un relato de Jaime Bayly
¿Cómo es posible que la aerolínea deje entrar a un gordo tan gordo que no cabe en su asiento y se desborda sobre el asiento vecino? Si hay límites de peso en las maletas, ¿no debería haberlos también en los pasajeros? Pero, además: ¿cómo puede dar la bienvenida a un viajero que apesta de un modo tan horrible, agrediendo a quienes viajan cerca de él? ¿Tiene derecho un gordo colosal y pestilente a viajar en un avión, torturando a los demás?
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El gordo del avión: un relato de Jaime Bayly

07 JUNIO
Los vientos y los fuegos: un relato de Jaime Bayly
Con extraordinaria sensibilidad, con pleno dominio del arte de la conversación, mi hija mayor se había propuesto que su hermana menor fuese el centro de la atención, la estrella de la noche, la diosa de los vientos y los fuegos. Y mi hija menor sonreía dichosa, y hablaba con su poderosa locuacidad, y hacía bromas pícaras, y las dos se reían con una complicidad perfectamente desusada entre ellas.
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Los vientos y los fuegos: un relato de Jaime Bayly

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