Estudio alerta que consumo de alcohol en jóvenes provoca insomnio y dietas poco saludables

Ilustración: Valentina Marmie, Laboratorio de Contenidos de La Tercera.

Investigación liderada por Universidad San Sebastián, junto a otras casas de estudio del país, reveló que un alto consumo de alcohol durante los fines de semana está relacionado a una dieta alta en calorías. El análisis, aplicado a jóvenes de cinco universidades, refleja también que los estudiantes que beben más tienen mayor insomnio y latencia de sueño, afectando su calidad de vida y poniendo en riesgo su futuro personal y laboral.



El consumo de alcohol es una práctica generalizada entre los jóvenes, pero hacerlo en exceso puede deteriorar su calidad de sueño y de dieta.

Una investigación liderada por el académico Samuel Durán, director del Magíster en Nutrición en Salud Pública de la Universidad San Sebastián (USS) en conjunto a la docente de la Universidad de Playa Ancha, Mirta Crovetto, confirmó que el alto consumo de alcohol durante los fines de semana está relacionado con una mala calidad de sueño y una dieta alta en calorías.

el alto consumo de alcohol durante los fines de semana está relacionado con una mala calidad de sueño y una dieta alta en calorías.

El estudio, aplicado a jóvenes de cinco universidades repartidas entre el norte, centro y sur del país, detalló que los estudiantes que consumen alcohol durante el fin de semana presentan una diferencia significativa con mayores situaciones de insomnio frente a los que no beben. Incluso mayor latencia de sueño; es decir, enfrentan períodos más largos desde que se acuestan hasta finalmente dormir. “Ese problema de insomnio tiene efectos en capacidades cognitivas”, describe Samuel Durán.

La muestra fue mayoritariamente femenina, donde el 26 por ciento de los participantes reportó consumo de alcohol el fin de semana, siendo un 35,7% del porcentaje antes mencionado hombres y 64,3%, mujeres. En general, hay similares comportamientos en la población adulta joven, pensando que la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017) señaló que el 11,7% de la población reportó un consumo de riesgo de alcohol, siendo un 14,4% entre los adolescentes y adultos jóvenes (15-24 años). Además, el 39,8% de la población tenía sobrepeso y el 31,2%, obesidad, factores que aumentan el riesgo cardiovascular.

El estudio arrojó que el 39,8% de los jóvenes tenía sobrepeso y el 31,2%, obesidad, factores que aumentan el riesgo cardiovascular.

Diferencias en consumo de alimentos

Por otra parte, los cambios en la calidad de la dieta, expresados en un mayor consumo de alimentos procesados con alto contenido en grasas saturadas, azúcares y energía, unido a los cambios en los patrones de sueño, han contribuido a la carga de la enfermedad y menor calidad de vida.

Samuel Durán, director del Magíster en Nutrición en Salud Pública de la Universidad San Sebastián (USS).

Las diferencias de alimentación dependen del género. “Al comparar por sexo las mismas variables, se observa que las mujeres que consumen alcohol tienen puntajes mayores en la alimentación no saludable respecto a las que no beben alcohol”, indica Mirta Crovetto, existiendo un mayor consumo de productos dulces, frituras y comida chatarra, respectivamente; tres grupos de alimentos que inciden en la ganancia de peso corporal.

Por el lado de los hombres, los investigadores encontraron un mayor consumo de bebidas azucaradas, frituras y comida chatarra. “Probablemente, si seguimos a estos estudiantes en el tiempo, los que consumen más alcohol, probablemente serán los que ganen mayor peso corporal”, enfatiza Durán.

Mirta Crovetto, decana Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de Playa Ancha (UPLA).

Sin embargo, en el estudio no se observan diferencias significativas en el estado nutricional (IMC) ni en riesgo cardiovascular medido por grasa abdominal entre ambos grupos. Es decir, el que bebe más no tiene mayor peso, tampoco una cintura más grande que la persona que no toma.

El académico de la USS agrega que hay otros estudios que demuestran que el consumo de alcohol sí está asociado al peso corporal, por lo que, desde su visión, es necesario trabajar en mejor orientación a los jóvenes, para que adquieran hábitos alimenticios saludables.

Etiquetado con más información

Una de sus ideas es incluir más información en el etiquetado del alcohol y su aporte de calorías. Actualmente, existe una iniciativa de ley para modernizar algunos artículos de la venta de alcohol a menores (N°19.925), que permitiría que las bebidas alcohólicas indiquen advertencias en sus etiquetas al igual que los paquetes de cigarros. Para Durán, sería esencial conocer la cantidad de calorías por cada 100 ml, sin considerar que las bebidas alcohólicas se consumen con bebidas azucaradas y se bebe en grandes cantidades.

Desde 2019, la USS cuenta con un equipo preventivo en consumo de alcohol y drogas.

Independientemente de la carrera elegida, el estilo de vida influye en la rutina estudiantil, afectando al rendimiento académico e impactando de una forma perjudicial la vida de los estudiantes, y posteriormente en el área laboral. Frente a un nuevo año universitario, con estudiantes que han vivido situaciones complejas, como los efectos de la pandemia y la adaptación a nuevas formas de enseñanza, los académicos comparten la relevancia de disponer de programas de apoyo y contención a los estudiantes.

Mirta Crovetto explica que, dado que distintos organismos han señalado que ha habido un aumento en varios factores de riesgo que condicionan la salud, como el aumento en el consumo de alimentos de mala calidad, aumento de peso, mayor consumo de alcohol, alteraciones del sueño y en factores socioemocionales, la implementación de asignaturas y talleres sobre estilos de vida, generar ambientes saludables en relación a la oferta de alimentos al interior de las instituciones, o informar sobre el contenido de alcohol en diferentes bebidas alcohólicas y los riesgos asociados a su consumo, son parte de las posibles soluciones.

Por su lado, Samuel Durán destaca avances como el realizado por la USS, que desde 2019 cuenta con un equipo preventivo en consumo de alcohol y drogas, tras diseñar una política universitaria que entrega diversas capacidades a los estudiantes para que puedan tomar buenas decisiones y discriminar sobre cómo el alcohol y otros vicios puede impactar potencialmente en su desarrollo.

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