La dueña de esta casa en Zapallar, obra de la arquitecta Nöelle Echenique, quería algo simple, práctico y liviano para su casa en la playa. Ella es una mujer con una agenda ocupada, trabaja mucho, no tiene hijos, es moderna. El problema lo resolvió la oficina de diseño y decoración de Consuelo Pérez, y el proyecto lo lideró una de sus socias y hermana. “Es una casa que no tiene mucho impacto ni contraste, es más bien un proyecto liviano, acogedor y calmado. La idea, y era lo que quería la dueña, era que la casa no se te viniera encima una vez que entraras en ella; abunda la buena luz y el mobiliario acompaña, dando la sensación de tranquilidad”, explica Consuelo.

Es que esta casa denominada ‘La Pedrera’, por las piedras que tiene en su construcción, es un reflejo de las sensaciones que se sueltan una vez que se llega a la playa: placer en abundancia, pasividad y una sensación feliz, pero no de euforia. Por eso que Consuelo y su equipo optaron por los tonos blancos y los tierras, los beiges, los arenas y los grises para vestir la casa por dentro. Por fuera ya era blanca, y su arquitectura invitaba a seguir esas líneas calmas que le daban volumen. “Hay elementos de decoración que le dan el colorido, el impacto más bien se da por las tonalidades de los cuadros y los cojines”, comenta la experta.

La casa en total tiene 4 dormitorios, y la mayoría de las camas son para recibir a los sobrinos de la dueña de casa. Es una vivienda fácil de habitar, de entrar y de salir. Una casa playera.

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