Econciencia: Consultas vecinales


La ciudadanía tiene cada vez mayor injerencia en las ciudades. Antiguamente un plan regulador urbano era solo tema de las municipalidades y unos pocos asesores; hoy, además de ellos, la opinión de la comunidad tiene peso en la decisión final.
El gran cambio es que para ciertos programas (colegios, hospitales, centros comerciales, restaurantes, bodegas, multicines, torres de departamentos, autopistas, aeródromos, represas, etc.) se debe pensar en los vecinos o habitantes existentes, más que en el propio cliente o nuevo vecino que llegará. La idea es proyectar para quienes ya estan y no tanto para los que llegan.
Grandes proyectos y equipamientos, muchas veces necesarios e indispensables para la vida actual, que nadie quiere tener cerca. Ejemplos: Costanera Center, túnel del San Cristóbal, Costanera Norte, varios colegios con nuevas sedes, que si bien no tuvieron una consulta pública, tuvieron que aceptar ‘ajustes’ para ser construidos o mitigaciones de impacto. Con ello aparecieron puentes, desvíos, barreras acústicas, semáforos, entre otras ‘soluciones’. Sin embargo, ninguna lo suficientemente óptima para la comunidad preexistente.
Hay otros proyectos en suspenso, como el mall de Chiloé, pues aún no está claro si deberán demoler una parte, cambiar la fachada, hacer más estacionamientos o ‘compensar’ de otro modo a la ciudad de Castro. Casos similares hay también en Valparaíso y en muchas otras ciudades del mundo. Un caso relevante es la construcción de un centro de programa múltiple en Estambul, Turquía, que sería construido en una parte de una plaza central, detonando una tremenda batalla social.
Existen casos también en que se ‘frenaron’ ciertos proyectos mediante una consulta pública municipal, como ocurrió en Vitacura y La Reina, donde se evitó la densificación de ciertas áreas con edificios en altura.
Entre las razones de molestia y rechazo, por parte de quienes viven en las inmediaciones de estas ‘innovaciones’, están principalmente las congestiones, ruidos, autos mal estacionados, robos, desvalorización de la propiedad, nuevos vecinos sin mentalidad de barrio, impacto visual, pérdida del carácter de barrio, más basura y deterioro de áreas verdes, entre otras. Todo muy insostenible.
Tienen toda la razón, pues se sabe que lo anterior causa un evidente deterioro en la calidad de vida. Por lo mismo es que hoy se hace cada vez más fuerte la tendencia a proyectar edificios que se relacionan con el entorno humano, agregando valor especialmente al espacio público. Y no lucirse con megaproyectos ‘estrella’ que no consideran nada de lo anteriormente descrito.
Las normativas municipales no debieran solo exigir rasantes, antejardines o densidades, sino además hacer frecuentes consultas públicas como ya lo hacen algunas.
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