Un mueble gastado, con marcas hechas por el paso del tiempo, de buena madera, que cuenta una historia. Muchas veces no lo valoramos, quizás porque lo hemos visto toda nuestra vida, quizás porque sentimos que ‘no está de moda’ y no quedaría bien en nuestras casas. Volvamos a mirarlo, a estudiar cómo se ensamblan sus maderas, a ver cómo debajo de un topón sigue habiendo más madera y no aglomerada, y que con un poco de lija lo recuperamos o, mejor aun, lo dejamos tal cual está.

Esos muebles hoy casi no se encuentran, nadie tiene tiempo para mandar a hacer un mueble específico, es más fácil y rápido comprar alguno hecho, moderno y de línea plana, que puede ser despachado en 24 horas. Personalmente no tengo nada en contra de los muebles limpios y rectos, creo que representan el avance de la industria del mueble en el último siglo, pero qué lindo es tener ese mueble único, con la  huella de las herramientas que lo fabricaron, y en los que -aunque se hayan hecho muchos- se encuentra algo único que los hace especiales.

Hace poco estuve en Casa Mia para el lanzamiento de un nuevo espacio galería. Mientras esperábamos que abriera y conversando con una de las hijas del dueño, le comenté lo linda que encontraba una base de mesa nueva, simple, diseño escandinavo, que estaba allí; una estructura que crea la forma y en la que nada sobra, y que se nota que está hecha a mano, con cariño. “Está inspirada en la mesa de comedor de mi abuela, y la original la tengo yo en mi casa -me dijo-, no fue fácil fabricarla, porque es un proceso que pocos saben hacer hoy”. Bien por una empresa que vuelve a mirar sus archivos para crear diseño actual rescatando oficios casi perdidos.

En este número hablamos y mostramos muchos muebles, los que nos gustan, los que quisiéramos tener, las maderas de que están hecho, etc. Espero les ayude a valorar lo que tienen o a tener paciencia hasta encontrar esa pieza única que idealmente estará en sus casas por muchos años.