Último fin de semana de Casa Cor, así es que si no han ido, tomen la revista y partan con ella bajo el brazo para usarla de guía y así sacarle el máximo provecho a esta muestra de decoración chilena que se está desarrollando en los jardines y club house del Santiago Paperchase Club (para disfrutar de un hermoso paseo), a diez minutos de Vitacura, cruzando por el túnel de Huechuraba.

La exhibición reúne a una selección de diseñadores y paisajistas, la mayoría miembros de la AdD (Asociación de Decoradores) con propuestas que van desde jardines sueltos y poco estructurados, como el de Cristóbal Elgueta o el sustentable de Daniella Guerrero, quien inventó un ingenioso molino de agua para regar su jardín, a espacios más clásicos como el baño-vestidor de Francisco Silva o lo contemporáneo como el bar de Priscila Sathler y Grazielle Freitas (uno de los mejores en mi opinión).

La muestra habla de tendencias y de lo estético, en muchas variables distintas, por lo que sin duda hay que verlo. Pero faltó ver propuestas más jugadas. Un exceso de beige, greige, grises y topos, mucho neutro, hace difícil que una imagen se fije en la retina o que un espacio destaque en el conjunto. ¿Dónde esta la voladura, señores decoradores? El 'wow', el 'bam', el golpe de color, la mezcla no vista de materiales o "esto no lo habría pensado nunca". Casa Cor -su trayectoria y tradición internacional lo avalan- es un ejercicio de creatividad y no un bonito showroom, por lo que uno espera más riesgo en las propuestas, como la que tomó Clara Gil al transformar un espacio inútil de la casa original en algo único, inesperado, que deja pensando por lo distinto.

La factura impecable de los espacios es algo que hay que destacar, muestra el nivel en el que están trabajando nuestros decoradores, también las cajas lacadas en rojo, blanco o negro de Geneva Lab que llenaron los espacios de buena música.