Y llovió… ahora esperar que no sea la única lluvia de lo que queda de invierno, porque, como dice el dicho, “una golondrina no hace verano”, y un solo baldazo de agua tampoco hace invierno. Ojalá que el aire algo aguante y no tengamos que volver a las preemergencias y demás cosas asociadas. Sobre este punto es interesante escuchar la postura del Ministerio de Transportes insistiendo en la restricción vehicular como manera de atacar la contaminación, ahora de manera permanente y con números aleatorios, para que la gente no insista en la compra del segundo o tercer auto, situación que según los expertos sí ocurrió en México y Colombia. Lo que al menos a mí más me llama la atención es leer la opinión de dos expertos de peso, como Louis de Grange y Alejandro Tirachini, quienes con posturas distintas coinciden en lo poco eficiente de esta medida a mediano y largo plazo (La Tercera, viernes 10 de julio). Está medido y probado que las grandes fuentes de contaminación de la capital son las industrias, debidamente identificadas; los camiones y, con un porcentaje muy alto, la leña como material de calefacción. Pongámonos serios sobre la materia, hasta el momento no he escuchado discusión sobre medidas que realmente tengan injerencia en la contaminación de Santiago; medidas a corto plazo efectistas no modifican conductas ni eliminan la contaminación de manera real, y en cambio se va a obligar a un 20% adicional de la población de Santiago a

salir aun más temprano, en plena noche, para subirse a un sistema de transporte público que no llega a ningún lado.

Sin comentarios el hecho de que una lluvia fuerte, pero que no daba como para calificarla de temporal, haya dejado miles de casas sin electricidad por horas, algunos sectores incluso por un par de días, con todos los inconvenientes que eso puede generar, desde confort a sanitarios y de seguridad. Mal para las generadoras.