Cuando hace tres años decidimos hacer el primer número sustentable, muchos nos miraron con cara de locos: '¿de qué quieren hablar?', 'no da para una edición completa', 'es muy hippie', o frases por el estilo fueron los comentarios.

Tres años después seguimos haciendo este número con la misma convicción que la edición original, y la verdad es que podríamos hacer varios más al año porque el tema da para ello, y permanentemente aparecen objetos más eficientes, de uso masivo y fáciles de implementar y sobre todo, cada día más, todos entendemos de qué se trata.

Porque, como dice Javier del Río, nuestro columnista experto en sustentabilidad, ser sustentable hoy no es llenarse de más cosas, sino de pensar las cosas de mejor manera, aplicar la lógica con la cual crecimos y que de a poco hemos ido olvidando. Que ahí donde hay mucho sol, pongamos nosotros un alero, y que donde  falta el agua, creemos jardines que no la requieran.

Personalmente considero que enfrentar la vida desde un ángulo   sostenible tiene mucho que ver con escuchar, observar y aprender a leer el entorno. Lo que normalmente se identifica como 'arquitectura vernácula' es eso, construcciones creadas para un lugar específico, con materiales propios de la zona, sabiamente utilizados. Y quizás lo que nos aleja de eso es justamente la velocidad a la que estamos moviéndonos, eliminando el tiempo de observación y el análisis, dejando solo el de la acción.

El terremoto y la posterior reconstrucción, la falta de energía y cómo solucionarla, la expansión de las ciudades y la visión futura de ellas, son todas temáticas que deberían invitar a una reflexión profunda, porque lo que hoy se decida inevitablemente definirá cómo viviremos mañana.