Las economías mundiales están un poco revueltas. España elige un nuevo primer ministro con una mayoría no vista hace muchos años y se enfrenta a un panorama muy difícil, por decirlo suavemente. Italia prepara elecciones, y no está claro cuánto es capaz Alemania de seguir soportando al resto de Europa, como principal potencia en la zona Euro. Lo anterior, una introducción poco común para una revista de decoración, enfocada en tendencias y en presentar soluciones estéticas e inspiradoras. Pero la verdad es que diseño y fluctuaciones económicas tienen una relación mucho más directa de lo que vemos o pensamos en una primera lectura.

El negocio del diseño siempre ha sido una mezcla de factores socioeconómicos y estéticos, historia y artesanado, una mezcla entre las fantasías del artista y la realidad de los mercados a los cuales quiere sorprender.

Y es que hoy en día son muchos los que están reconociendo esto y, de paso, adecuando sus líneas de producción a una nueva sensibilidad social. No basta solo con parecerlo, hay que serlo. Grupos de consumidores conscientes y dispuestos no solo a pagar por un buen producto, sino a exigir información respecto a los modos de producción y origen de materias primas. Porque la competencia para atraer al cliente es dura, y si la gran cadena de tiendas no lo entiende, hoy hay cientos de pequeños emprendimientos que sí lo hacen, levantando el diseño ético como bandera de lucha.

Sin duda que estos sobresaltos en la economía mundial generarán un cambio en la actitud de los consumidores, los hará valorar lo que permanece sobre lo descartable y lo sustentable sobre lo contaminante, porque, al final del día, principios como estabilidad e integridad es lo que buscamos.