Editorial
Sábado 8 de julio 2017, edición N°739
Ver casas nuevas, recién decoradas, siempre es bueno porque uno aprecia las últimas tendencias que están siendo utilizadas y en ellas normalmente todo encaja. Cada día nos llegan más propuestas de diseñadores jóvenes que no se asustan con mezclar y combinar, proyectos hechos para clientes que quieren vivir bien y no equivocarse al momento de armar sus espacios y que por eso prefieren usar a un profesional. Pero cuando uno se encuentra con casas como las dos que llevamos en esta edición, armadas por sus dueños y donde el resultado refleja las pasiones e intereses que han desarrollado por años, la decisión sobre cuál ruta tomar al momento de armarlas se torna más compleja y lo racional pierde fuerza.
Personalmente, lo propuesto en estas dos casas es lo que a mí me parece más interesante, espacios armados para el ojo ajeno por una acumulación de cosas, pero llenos de significados para sus habitantes: recuerdos de viajes, obras de artistas amigos, muebles heredados y cosas que simplemente no es fácil dejar partir.
La casa de la artista Claudia Peña es reflejo de lo anterior y más; no solo decora, sino también transfiere a su obra la atmósfera que la rodea, un poco antigua, un poco rota, pero al conocer su casa no queda duda de que es ella, en muchas dimensiones distintas.
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