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El registro de la luz

FNS (Finding new species) es un intersticio entre los proyectos del artista visual Christian Galaz Vera . Aspectos y elementos que resultan ser aproximaciones concretas al cambio de escala que propone con su trabajo, que estará  desde el 15 de julio y hasta fin de mes en Galería Isabel Croxatto. 

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Christian Galaz Vera hizo un pie al lado de todo lo que se está viviendo con la era digital. Propone un respiro que echa mano a los recursos que se encuentran en estos tiempos pero rescata un tratamiento minucioso, pausado, casi artesanal, donde arma una escena que queda fijada gracias a una mezcla de variables. Su trabajo es una invitación concreta a reflexionar acerca del aspecto más misterioso y oscuro de la naturaleza tanto externa como interna.

Gracias a su manejo de códigos visuales alcanza un lenguaje perfecto entre la fotografía y la pintura para construir una imagen que capta la atención del espectador haciéndola viajar entre ambos límites que van desde el preciosismo formal de los elementos hasta la nitidez de su reproducción.

De esto tratará su próxima muestra en Galería Isabel Croxatto. Aquí nos habla de su gestación.

¿Cómo ha sido tu proceso creativo para llegar a lo que vemos en tu trabajo? En un principio traté de crear una  metodología o técnica de producción que me diferenciara. Esta idea surgió como una estrategia frente a la creciente producción de imágenes digitales. Establecí un dogma que me obligara a investigar y encontrar un procedimiento que contuviera mi interés por la pintura y la fotografía. Decidí encontrar la forma de equilibrar ambas disciplinas 50% y 50% en el resultado, de manera que ambas se fundieran y se perdiera la línea que las separa; realmente no tenía muy claro qué buscaba pero quería crear un procedimiento que singularizara mi trabajo.

¿Y cómo lo concretaste? Desarrollé varios procedimientos que buscaban ese equilibrio, intervención de diapositivas, collage, pintura, intervención de películas reveladas pero no expuestas a modo de canvas y químicos como dripping, collage digital, etc. Al final diseñé una metodología para fotografiar que entregaba el soporte de la iluminación a la mano, vinculando el pulso pictórico del artista con el acto fotográfico. Este método vuelve la luz antojadiza, inexacta, repleta del pulso humano, revelando en el trazo inexacto de la luz la orgánica corporal.

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¿Cómo defines tu obra y cuáles son los ejes que la articulan? Yo la definiría como un neo-barroco, y los ejes que la articulan en primer plano, los aspectos visuales formales, la fascinación por la composición y el color. A nivel conceptual los temas que me interesan son la biopolítica, ciencia, ecología, economía, arte, etc. A un nivel más íntimo las diferentes relaciones de sentido que voy creando en el proceso de construcción y creación de los modelos y escenas. Habitualmente juego mucho durante el proceso y eso queda graficado en diferentes situaciones al interior de la foto; la mayoría son juegos visuales que encripto en la imagen.¿Cómo realizas la puesta en escena? Monto escenarios en lugares totalmente oscuros, donde monto los diferentes elementos y armo la escena que voy a fotografiar, una vez hecha la producción de la escena y el encuadre en la cámara se apagan todas las luces y tomo fotografías de larga exposición con bulb (función que le permite al fotógrafo controlar manualmente el tiempo de exposición de la cámara) e ilumino la escena solo con una linterna, la cual tiene conos direccionales en la punta que me permiten ser selectivo donde pongo la luz. La iluminación siempre va hacia el objeto, de esa manera lo que aparece en la escena es el objeto al cual le ha llegado la luz, yo no aparezco en la misma porque al no recibir ninguna fuente de luz mi cuerpo no queda registrado en la película o en la cámara digital. Una vez que definí este proceso metodológico, tracé un cuaderno de ruta con 4 proyectos: Estudio de Luz (proyecto que sentó las bases técnicas y metodológicas para este tipo de fotografía), Vanitas, El Jardín de la Alegría y Plein Air. Con estas nuevas metas adelante me fijé un nuevo dogma: no usar retoque digital. FNE es un intersticio entre El Jardín de la Alegría y Plein Air. Lo último que anduvo circulando fue Vanitas, en esta serie trabajé con la estética barroca por su capacidad para soportar mucha información en diferentes capas, tanto en los aspectos formales y conceptuales. FNE conserva este espíritu barroco pero se vuelca más hacia lo ominoso en la naturaleza.

Tu fotografía requiere de una especificidad técnica en cuanto a la exposición e iluminación. ¿Cómo se elabora esta misma? Lo que la fotografía registra es la luz reflectada en los cuerpos, bajo esta lógica y pensando en la película fotográfica como un soporte pictórico pero al revés, que para que aparezca la imagen en vez de poner pintura a la tela, quito con luz capas de película. Por lo general trabajo en una habitación que puedo oscurecer, o busco un lugar en el cual pueda trabajar de noche y que esté muy oscuro, sin contaminación lumínica; monto la escena con los diferentes objetos y realizo el encuadre. Una vez hecho esto, hago tomas de larga exposición en bulb. Esto permite que la película esté activa pero al no llegar luz desde ninguna fuente no va quedando registro en ella. Todo esto sucede mientras la foto se está tomando, los tiempos oscilan entre los 10 minutos y 60 minutos de exposición.

¿Cómo ves la escena artística en Chile a raíz de tu experiencia? Me es difícil esta pregunta pues mi visión es muy crítica, aparte de que la ‘escena’ es un concepto bastante amplio, esto no quiere decir que crea tener la razón acerca de lo que pienso, pero ya que estamos en esto siento que las políticas estatales son insuficiente frente a la necesidad real que existe por espacios de exposición, difusión y educación artística.

La lógica gubernamental independiente del color sigue con políticas centralistas. Poseemos espacios bonitos de postales pero no existe una galería en Maipú, La Florida, Puente Alto. Comunas con una alta densidad gritan por espacios propios con lógicas locales; además estas comunas, por su distancia con respecto a los espacios expositivos -la mayoría puestos dentro de un mismo radio-, quedan automáticamente fuera del ‘circuito’. Se insiste a nivel de diseño cultural con una política exclusiva: “la cultura es para todos, pero te la ponemos bien lejos”. Todos estos temas me irritan pues carecen de lógicas básicas; las mallas curriculares escolares carecen de formación visual, sus contenidos se acercan más a fenómenos de comunicación y entonces educamos a los niños de manera parcial, les enseñan literatura, matemática y ciencias, pero no a ver. Las universidades, por ende, tienden a retraerse en sus contenidos, y se vuelve vicioso en el sentido de que son profesionales mal formados desde la escolaridad hasta la universidad; son los que imparten clases y terminan operando como referentes, para mí eso no es bueno. Creo que debería haber una reforma profunda no solo en el diseño sino en la forma de enseñar los contenidos, color, composición, etc. Tienen profundas raíces en las ciencias, metodologías propias de investigación, pero la formación básica en visualidad y artes debería ir de la mano del rigor necesario que permita aunar lenguaje y competencias. Pero al contrario, siento que el medio se ha vuelto endogámico y vernáculo, no creo ser el primero en pensar esto o en mencionarlo. Por otro lado, esto ha tenido como efecto el surgimiento de artistas, curadores y galeristas autónomos que desde la autonomía están creando microescenas, pero esa misma potencia conflictúa con lo agreste del medio, y muchas veces estas iniciativas no alcanzan a soportar los embates de cualquier proyecto, sobre todo en los aspectos económicos.

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