Espacio: Cocina Bazar
Ojalá vendieran cada una de las cosas que hay aquí. Eso deben pensar muchos de los invitados de Felipe Forteza, un hombre con talento para hacer de este lugar un espacio donde encontrar pasiones, juegos, lujos y goces. Desde plantas a teteras, pasando por canastos llenos de espumantes y una colección de libros que ya se la quisiera cualquier chef. Para comer, cocinar, conversar, estar.
Producción: Juan Pablo Larraín /Fotos: Jaime Palma
TAJÍN Es un recipiente que se usa para cocinar un típico plato marroquí, entre otras cosas. La tapa con forma de cono sirve para preservar el calor de los alimentos. Este está hecho íntegramente de fierro fundido Tajín Le Creuset, $192.200 (Verónica Blackburn, Alonso de Córdova 4330) TÉ Tener una buena selección es un lujo, que se puede ir construyendo poco a poco. Hay infinidades de tipos: negro, rojo, verde, blanco, etc. Cada uno con sus beneficios y sabor particular Té Amman Mandala, $4.100; Té Amman Puerh o Rojo, $3.600 (Verónica Blackburn) Tetera de fierro fundido, $41.900 (Coquinaria 2437) Sacacorchos, $11.500 (Coquinaria, Alonso de Córdova).
"Es Le Creuset", eso le respondió Felipe Forteza al policía del aeropuerto cuando volvía de Nueva York y una sartén de fierro figuraba en su bolso de mano. Mientras, el hombre de seguridad lo miraba como si portara un arma. Felipe lo convenció: "Es Le Creuset, entienda". Debió ser un cocinero. Tal vez un aficionado a lo bueno en materia de ollas. El asunto es que esa venia permitió que Forteza sumara orgulloso otra pieza de esta ya clásica marca de ollas francesa. Y ahora está ahí, entre la tajín, la gran olla blanca ovalada y los minizapallos que salen del horno directo al plato de los invitados para dejarlos boquiabiertos. Y para ser sinceros, casi todo lo que hay en este lugar deja así, con ganas de comentar algo, preguntar de dónde salió o simplemente alabar el buen gusto o el humor con que fue elegido.
Así es la vida de Felipe Forteza, encargado del área cultura y arte de CCU, fotógrafo apasionado y un gran coleccionista que no escatima en su placer por cocinar y estar en la cocina, dos cosas diferentes pero íntimamente ligadas. Hace cinco años que vive en este departamento con vistas preciosas de árboles y cerros. El mismo que, desde que compró, remodeló por completo y amplió la cocina eliminando la pieza de servicio, creando un pasillo que ahora está lleno de teteras, morteros, altares y libros de cocina, todos trotamundos, igual que su dueño. "Al principio lo mío fue el blanco y negro. Después me dio con el amarillo. Así que ahora hay cosas de ese color. El techo lo pinté hace seis meses y me gusta como quedó, le da calidez". Lo que también definitivamente acoge en esta cocina son las plantas, muchas de ellas poniendo el toque verde y vivo como si fueran una cortina. Y claro, las canastas con botellas incontables de espumantes, dispuestas a descorcharse, celebrar y pasarlo bien. Y eso es lo que sin duda aquí se hace.d
"Hago comidas de 2, 4 y 8 personas. Las de 2 y 4 son aquí, en la cocina. Las más grandes en el comedor". Es fácil imaginarse la escena: Felipe terminando de cocinar (como dice que espera a sus invitados), entreteniéndolos, sentándolos al lado y ellos mirando todo el espectáculo que es este lugar, lleno de historias, objetos y vida.
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