Espacio: Iluminada
Referido a mucho más que lo claro, encendido. Cuando hablamos de cocina, la luz llega al concepto mismo de cómo se concibe preparar un alimento. Tiene que ver con las manos que se cruzan, los materiales que se involucran y, por supuesto, con las ideas que se maceran. Y entrar en esta cocina hace sentir la luz de otra forma, ventanales en lo alto, baldosas blancas, maderas, niños y una cazuela con choclo nuevo y brilloso dan cuenta de ello. De este lugar... nadie se quiere mover.
Producción: Juan Pablo Larraín / Fotos: Jaime Palma
Tabla de mañío, $70.000 (Gourmeat, Luis Pasteur 6093) DE ANTAÑO Los moldes cerámicos, de latón o enlozados, nos hacen recordar y tienen ese atractivo profundo de la nostalgia Molde de cerámica, $31.700 (Verónica Blackburn, Alonso de Córdova 4330) ANITHUMEDAD Este mantenedor de sal o azúcar está hecho de madera de raíz de olivo y mantiene la humedad fuera, evitando así que los cristales se peguen Mantenedor de sal o azúcar, $37.800 (Verónica Blackburn) Olla de cobre Ruffoni, $152.700 (Verónica Blackburn).
Merengue. Esa es la debilidad de Sara, la hija de 3 años de Ignacia Varela, que como azucarada niña que es, se hipnotiza con ese blanco reluciente que su madre hace, o más bien le hace. A estas alturas hablar de una mujer con 2 hijos (el segundo, José Benito, de 1 año) y su cocina tiene estrecha relación con lo que a ellos se les prepara. Y la verdad es que Ignacia lo hace feliz; la cocina, como ella dice, es su chochera. Y verla a ella, vestida blanco, en armonía con lo claro de todo el lugar hace pensar en lo iluminada.
Hace casi dos años que Ignacia y Cristóbal Fernández, de Más Fernández Arquitectos, se cambiaron a esta casa de Las Condes y la remodelaron entera. "La cocina era bien oscura, como toda la casa. Entonces nosotros la giramos". Y se abrieron a la luz con una ventana alta que la hace clara y calurosa. También pusieron en el piso baldosas Córdova, de rectángulos largos en crudo opaco, lo que da más claridad. La misma que con todos los muebles de raulí, sin enchapados y buscando la nobleza orgánica a la vista, se convierte en cálida y acogedora. Ahora, para el ítem mesa y mesones, Cristóbal era de la idea de materiales ultrahigiénicos, oscuros y lisos, como silestone. Y ahí Ignacia dijo no: "Este es mi chiche, quiero las cosas blancas". Ese fue el color y además la inclusión de una mesa preciosa, antigua, de madera y con rueditas comprada en La Bodega de Tagle, que aúna y le da sentido al espacio.
Ahora, el mayor sentido, evidentemente, es cuando están todos reunidos ahí. Sara corriendo, Benito explorando, la Quena vigilando e Ignacia cocinando. Para ella todo pasa por la simpleza, la austeridad en materiales, la magia de hacer harto con poco. Una visión algo italiana del preparar alimentos, reforzada por una valorada clase hecha con Verónica Alfageme (Pasta e Vino) que recuerda como esencial para aprender a hacer salsas y pastas deliciosas. Por eso es fácil imaginarla entre sus ollas de cobre, su gran tesoro, haciendo algo rico. También regaloneando a los suyos con quequitos o sus ya famosos patés de panita con oporto que hace y vende con su mamá, Ina Morandé. Puras cosas ricas en un ambiente igual de delicioso. Iluminado.
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