Familiar
Esta casa, ubicada en lo alto de un cerro de Santiago, nos habla de un interiorismo maduro, donde la calidad de los materiales es preponderante. Está revestida en piedra, que además de otorgarle una excelente aislación, le da carácter al lugar y se convierte en el elemento clave al momento de decorar.
Tardó cuatro años en encontrar su hogar definitivo. Quería un lugar seguro y cerca del colegio de sus hijas. Finalmente se decidió por un condominio tranquilo y con bonita vista.
La casa, obra del arquitecto Osvaldo Fuenzalida, le pareció perfecta para las necesidades de su familia. Un primer piso destinado a los dormitorios de las niñas, con una sala común para el estudio y las reuniones sociales, y un segundo con la pieza principal, el comedor, la cocina y una sala de estar pensada para compartir todos juntos.
La materia prima elegida -principalmente piedra- resultó en una construcción de aspecto sólido, pero muy acogedora en su interior. Esto gracias a los grandes ventanales que permiten la entrada de luz natural y, por supuesto, al dedicado trabajo de ambientación que posteriormente hizo la misma dueña de casa.
Si bien este fue un proyecto personal, el equipo de Consuelo Pérez y Asociados también tuvo mucho que decir. Macarena y Trinidad, sus hermanas y colegas, participaron con sus puntos de vista que, siendo diferentes, logran un equilibrio.
“Mis decoraciones son más impactantes y recargadas, mientras que Macarena opta por la sobriedad, por lo que es mi cable a tierra”, comenta Consuelo.
Esta dualidad es explícita en las terminaciones elegidas: el piso se hizo de madera y las cubiertas en mármol, optando siempre por colores neutrales que no contrastasen con la piedra de los muros. El protagonismo se dio, en cambio, a los objetos, dotados cada uno de gran carácter.
Como una casa vivida y armada durante varios años, los elementos decorativos fueron llegando de a poco. Algunos fueron conseguidos en remates, otros fueron heredados y otros tantos comprados en viajes. Gracias a su trabajo, Consuelo conoció la marca holandesa Eichholtz, a la que encargó un sofá de cuero y los candelabros que adornan el comedor.
Así se llegó a una colección de objetos antiguos y nuevos, que por separado no guardan mucha relación, pero que juntos conversan entre sí. Una alfombra de cebra, columnas de madera y una antigua tapicería vienen a encontrarse en el mismo espacio para crear un juego visual ecléctico y original.
Los muebles fueron diseñados con la ayuda de Trinidad, la menor de las tres, que prácticamente creció en el taller que tenían sus hermanas en San Felipe. Allí formó su gusto por las maderas nobles y los detalles textiles. “Trinidad es más joven, por lo que tiene un estilo más liviano”, explica Consuelo. Es el tercer elemento que define la estética familiar.
El jardín, diseñado por María José Valdés, se hizo en base a verdes, sin muchas flores, ya que la decoradora las prefiere “dentro de la casa”. El elemento protagónico de esta área es, sin duda, la piscina, que se recubrió en mosaicos para darle un aspecto antiguo.
Consuelo define el resultado de su propio hogar como contemporáneo y atemporal. Esto se logra gracias al balance entre objetos de estilos diversos, que se reúnen para lograr una armonía que va más allá de las modas. Es, en definitiva, como en su familia: miradas distintas que convergen en un equilibrio final. consueloperezyasociados.cl
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