Iluminado
El fotógrafo chileno Tomás Munita divide el trabajo entre fotorreportajes y el mercado del arte contemporáneo. Un talento expuesto que vino a enrostrar la belleza y la crudeza que vivimos en estos tiempos convulsionados por conflictos sociales.


Ha fotografiado momentos importantes, difíciles y potentes como la guerra en Afganistán y Siria, ha capturado terremotos, refugiados, desastres ecológicos y lugares prístinos antes de ser fatalmente intervenidos.
La palabra inmigración cala hondo durante estos días por todo el mundo. Munita ya está retratándola en Europa. A sus 40 años ha sabido ver en cada reporteo un instante para el arte. Entre sus fotos más impactantes están el haber retratado a las maras de El Salvador para poder realizar un reportaje sobre la violencia y las drogas. “Solo una de las etapas fue fotografiar a los pandilleros en prisión, pero las cárceles son más o menos lo mismo en todos lados. Lo más aterrador de todo fue ser testigo de los niveles de violencia a los que puede llegar una sociedad en su cotidianidad. ¿Cuál es la importancia?, creo que no nos debemos hacer los sordos con lo que sucede en otros lugares, y menos si son idiosincrasias y modelos tan parecidos a los nuestros. La violencia en Centroamérica tiene que servir de advertencia de lo que puede suceder a una sociedad cuando una parte importante de ella es excluida y sometida a violencia política o de cualquier tipo durante generaciones”, sostiene Munita.

Todo comenzó cuando trabajó para la Associated Press y empezó a viajar por los lugares donde se producían las noticias. “De esa manera mis fotos comenzaron a circular con más fuerza, pero fue decisivo el año que fui corresponsal en Afganistán, eso no solo significó muchas publicaciones, sino que tuve el tiempo para desarrollar un cuerpo de trabajo o una mirada más profunda sobre la vida de los afganos, un tema recurrente en las noticias”, comenta Munita.
Su ojo agudo lo ha llevado a ganar tres premios de la World Press Photo, el más importante del fotoperiodismo mundial, y el premio Chris Hondros Fund, en homenaje al fotógrafo de guerra muerto durante un ataque en Libia.
Tomás vive hoy en la comuna de Peñalolén, en Santiago, pero trabaja para The New York Times y la revista National Geographic, medios de gran peso a nivel internacional y que él mismo define como contextos que se desarrollan en “un entorno serio y autocrítico. Las coberturas son bien hechas, los recursos son suficientes, los temas son tratados con respeto y muchas veces con el tiempo necesario, lo cual es una suerte de lujo para un reportero. Por la misma razón la exigencia es alta y literalmente nos sacamos la cresta para lograr buenos reportajes”, afirma el fotógrafo, que siempre lleva paralelamente sus proyectos personales.

Su fotografía forma parte del circuito del arte contemporáneo. Punto interesante para él ya que le ha dado la posibilidad de dedicarse a la impresión de imágenes, “lo cual es algo inédito después de pasar años viendo fotos tan solo en pantallas. En definitiva es eso lo que me llevó a la fotografía, el lenguaje fotográfico como expresión en toda su riqueza y materialidad. Mucho después vino el fotoperiodismo”, cuenta Munita.
En Chile lo representa la Galería Prima y “estoy en conversaciones para trabajar con la Galería Artium, en Miami, que acaba de inaugurar su sede”, concluye el fotógrafo.
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