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Imperio: Francia/S. XIX

Un homenaje a un estilo fantástico. Grandioso. El imperio francés habla de historia viva y lujo burgués. Y si de muebles se trata, sus cómodas y sillas son de aquellas piezas que simplemente todos nos detenemos a mirar.

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La historia está viva en cada cómoda o silla francesa de estilo imperio. Todo comenzó con el advenimiento de Napoleón emperador en 1804. Su figura, poderío, astucia militar y la Legión de Honor, forjaron la fuerza y supremacía  de la nación frente al resto del mundo, pese que puertas adentro Francia comenzaría un periodo crítico que terminaría con la batalla de Waterloo. Durante el Imperio el arte fue pomposo, alegórico.

La Revolución había implantado el neoclasisismo; el Imperio continuó esta tradición elevando aun más los arcos de triunfo; los elementos decorativos eran reminiscencias de la gloriosa campaña de Egipto. Abejas imperiales, águilas, cariátides, coronas de laurel, además de la N de Napoleón, estaban en todas partes, como una firma forzada, un sello de la época hecha a imagen y semejanza del emperador.

Ebanistas y artesanos volvieron a trabajar agrupados, pero bajo supervisión. Planos y dibujos eran normados por los emperadores del arte, David, Percier y Fontaine, quienes disciplinaban estos quehaceres. Siguiendo los fundamentos de la Antigüedad se logra que no sobresalga ningún sello personal, y por el contrario el orden y linealidad se transforman en la tónica general. Se emplean maderas macizas, especialmente la caoba, en las que se hacen incrustaciones.

Como los muebles son lisos, el efecto de espectacularidad, tal como en la arquitectura imperial, lo proporcionan los materiales; labrados y aplicados añaden los motivos que se han recopilado de las antiguas Roma, Grecia y Egipto. Columnas, guirnaldas, liras, animales egipcios, efigies, cisnes y camafeos.

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