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La evolución

Desde los comienzos de los cuellos y puños de camisa, los zapatos de taco, la mecanografía o un Mac, el diseño de los espacios destinados a oficina se han debatido entre la autonomía de la privacidad y la interacción de los espacios abiertos. Dos realidades, distintas necesidades, pero más que todo, modos de pensar y de ver el trabajo distintos. En pocas palabras, una evolución que ha tomado algo más de 100 años, pero que nos da esperanza.

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Quizás uno de los oficios que mayor impulso dio al cambio, que se provocó a mediados y fines de los años 50, fue la publicidad. Los creativos, las agencias, sus clientes, las reuniones con Martinis, las presentaciones de campaña, etc., todo puso un marco de trabajo y de relación diferente al que cualquier compañía, al menos hasta ese momento, solía tener. Queda en evidencia en Mad Men, la serie de HBO que muestra una agencia precisamente en este periodo de cambio. Sterling & Cooper, nombre de la agencia, en los inicios de la serie luce oficinas más bien tradicionales, de paneles de madera y módulos de trabajo; luego en la última temporada la nueva sociedad se traslada a una planta libre más moderna, donde los privados son más transparentes y el espacio destinado al trabajo creativo es definitivamente  abierto, pequeños estares y mesas de trabajo donde comparten Peggy y el resto.

Tal como se refleja en la serie de televisión, la evolución ha sido parte del mundo del trabajo y el desafío de diseñadores y arquitectos se ha focalizado en hacer espacios físicos de calidad, que compatibilicen los intereses de la organización con el bienestar de los trabajadores. Claro, esta visión es contemporánea. A comienzos del  siglo XX la idea era más bien replicar la distribución de grandes maquinarias de las fábricas a una seguidilla de escritorios. De hecho, existen varios sistemas que se han agrupado y nombrado según el teórico que los acuñó. Está, por ejemplo, el Taylorism. En 1904 el ingeniero estadounidense Frederick Taylor estaba obsesionado con la eficiencia y la supervisión, diseñó entonces una de las primeras plantas de trabajo o el primer layout de trabajo. Taylor distribuyó a los trabajadores en una planta abierta, mientras que los jefes miraban de frente. desde las oficinas privadas, al igual que en una fábrica.

Este sistema fue mutando, dependiendo de las necesidades y tipos de trabajo, pero su salto más importante fue en el contexto sociopolítico. Desde la Europa socialista de los años 60, el modelo Bürolandschaft, que significa 'paisaje de oficina' en alemán, toma de los valores socialistas de las décadas anteriores el concepto de gestión, en que lo que principalmente se hizo fue redistribuir las funciones y generar un gran listado de estas, tantas veces retratada con la caricatura de la burocracia. La organización que varía en roles, varía también en la distribución física que se les da a las estaciones de trabajo según estos roles; es un primerísimo experimento de unir áreas de trabajo por funciones, con la idea de acercar y hacer más fácil la comunicación entre sí.

A fines de los 60 aparece la Action Office. El mismo modelo anterior, el Bürolandschaft, inspiró a Herman Miller en la creación de productos y mobiliario específicos para este tipo de planta abierta. Action, el sistema de trabajo de Herman Miller, fue el primer sistema modular de muebles de oficina, con divisores y superficies de trabajo flexibles, que aún se produce y es ampliamente utilizado. Sin duda, la revolución más grande que implicó la evolución hasta hoy. Nace el término 'cubículo' con este diseño.

Más tarde el Cube Farm exacerbaría el concepto. Se trataba de un cubículo tras otro en una repetición tan extenuante como popular -aunque increíble en nuestros días-, y como los cargos medios aumentaron, y los gerentes de todo aparecieron, una nueva clase de empleado también, "demasiado importante para un escritorio simple, pero demasiado joven para un asiento con ventana". Una solución en que la economía de escala es lo más importante y los paneles móviles, los escritorios de madera enchapada en melamina, el ruido, la cero luz natural, son pan de cada día.

Llegaron los 90, exactamente mediados, con Apple, Microsoft, internet y la promesa de todo en línea, y la oficina virtual hizo su aparición. Ejemplos notables, la agencia de publicidad TBWAChiatDay sede de Los Ángeles fue un ícono y una obra maestra de Frank Gehry, pero lamentablemente el modelo no funcionó y la productividad bajó. La oficina virtual no tenía escritorios personales, la idea era tomar un computador portátil y situarse en algún lugar.

Llegamos al 2000, a nuestros días, y gracias al trabajo de diseñadores y marcas como Vitra, a la era que se ha denominado Networking. Al parecer la despedida de los cubículos y la bienvenida a la mesa Joyn de los Bouroullec. En definitiva, nuevos aires a la sociabilidad y la creatividad. Knoll, por ejemplo, creó sistemas móviles, semicerrados, y escritorios conectados que se separan gracias a su diseño y no a paneles. Vitra presentó muebles en los que la privacidad se sugiere, pero no es obvia, con sillones altos que se giran y pueden dar o no una instancia privada.

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En los 60  Robert Propst, presidente de Herman Miller, se encargó de investigar cómo funcionaba el mundo del trabajo y llegó a la conclusión, de que "la oficina es un páramo. Agota la vitalidad y  frustra la realización". En su libro The Office: Una Instalación Basada en el Cambio, escribió: "Nos encontramos con oficinas creadas para una forma de vida que ya no existe". Era 1968 y H.Miller lanzaba al mercado Action, el primer sistema de trabajo revolucionario, pensado para las plantas abiertas introdujo el concepto de módulo y cubículo.

Planta abierta:

En 1935 Frank Lloyd Wright inició el trabajo  del edificio de Johnson&Son, un ícono en su momento y un 'experimento' del uso de las plantas libres y la organización espacial. Más allá de las cualidades arquitectónicas, el diseño interior propuesto por Wright representa toda una era. Definido por un gran rectángulo de 45 x 65 m totalmente despejado, capaz de acoger a 200 trabajadores bajo un mismo techo, sin divisiones. Las áreas de administración se situaron en un segundo piso, a lo largo de una pasarela que rodea el gran espacio de trabajo y lo contempla. En este nivel las oficinas sí se dividen, pero no por dar lugar a una jerarquía entre los empleados, sino por cuestiones prácticas. En esta segunda planta se ubicó también un lugar común pensado como cafetería o sala de descanso.

¿Qué es el buen diseño?

La reflexión viene de Dieter Rams. "Una confusión impenetrable de formas, colores y ruidos", a lo que respondió cuestionándose su propio trabajo. Como el buen diseño no se puede medir de un modo finito, métrico o científico, ideó un decálogo imprescindible de conceptos que se resume así: Un buen diseño es innovador, crea un producto útil, estético, comprensible, discreto, honesto, de larga duración, es hasta el último detalle un buen diseño, es amigable con el medioambiente y un buen diseño es siempre posible, incluso en el más pequeño de los objetos.

Ideas adecuadas a la realidad es lo que se percibe en sus sistemas modulares y muebles de oficina, funcionales, transversales, prácticos, ajustables y atemporales.

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