Los emblemas de papel de Pilar Quinteros
En un intento por restituir el patrimonio material de la ciudad, la artista chilena Pilar Quinteros suele hacer réplicas en papel y cartón de arquitectura en declive o edificaciones desaparecidas. Próxima a participar en la 31º Biennial of Graphic Arts de Eslovenia, cuenta cómo un hallazgo en Santiago de antiguas osamentas indígenas dio origen a "Cementerio Indio", la muestra que presenta hasta el 22 de agosto en Sala de Arte CCU.


Pocos podrían haberse imaginado que en plena Avenida Pedro de Valdivia se escondían -a no más de 2,5 metros de profundidad- los restos de un cementerio indígena con una data de al menos seis siglos previos a la fundación de Santiago, en 1541. A mediados de 2013 fueron los obreros a cargo de la construcción de la nueva Línea 6 del metro -que unirá Cerrillos con Providencia- quienes se encontraron con algunas osamentas. Al principio dos, pero tras una cuidadosa excavación se contabilizaron restos pertenecientes a 60 personas, además de 40 vasijas de cerámica encontradas a su alrededor en forma de ofrenda.
La historia entonces sigue así: Pilar Quinteros, quien vive a unas pocas cuadras de ahí, ya había fotografiado la casa demolida para comenzar con las excavaciones en el lugar. Como suele hacer, su idea era fabricar una réplica a escala y en cartón de la edificación para de alguna forma restituir ese patrimonio material recién extinto. Fue en ese momento cuando se enteró por Internet del hallazgo. La noticia decía que las osamentas pertenecían a la cultura Llolleo, uno de los primeros pueblos en asentarse en la zona central, y eso la hizo pensar en Santiago antes de que fuera Santiago. “Lo que me llamó la atención fue que enterraran a sus muertos en el mismo lugar donde vivieron. Eso es muy bonito. Pero más que interesarme en la cultura misma, lo que me atrajo fue que un cementerio de este tipo fuera encontrado a unas calles de mi casa. Se trata de un descubrimiento espectacular que muy poca gente conoce”, explica.

¿Por qué no aprovechar la oportunidad que todo eso significaba para conocer más sobre estos antepasados? Con esa idea en mente Quinteros se propuso construir una caseta informativa con reproducciones de las vasijas atribuidas a la etnia y hacer una reproducción de la fachada de la casa que bajo sus pies guardaba esta historia. Hoy, tras varios meses de trabajo, ambas obras -y un material audiovisual con todo el proceso de investigación realizado- forman parte de “Cementerio Indio”, la exposición que presenta hasta el 22 de agosto en Sala de Arte CCU.
Trabajas la reproducción de construcciones que han desaparecido, pero en este caso te encontraste con toda una cultura, ¿qué relación haces entre estos hallazgos y el patrimonio? Encuentro situaciones dentro de la ciudad caminando por ella, mirando y poniendo atención a cómo cambian los lugares que uno conoce. A partir de ahí pienso cómo muchos lugares y edificios son destruidos solo por intereses económicos que buscan resultados inmediatos. Pienso en Cumming y Providencia, por ejemplo. En la práctica lo patrimonial en Chile es un edificio solo, un objeto sacado de lugar, puras cosas sueltas, cuando en realidad una casa rodeada de edificios, aunque esté ‘protegida’ legalmente ya ha sido destruida, porque no tiene contexto. A partir de esta idea quiero decir que, a mi parecer, la gran mayoría de los edificios patrimoniales en Chile, aunque protegidos por las leyes, están arruinados.

¿Sientes que hay cierta anulación de este sitio histórico aun cuando la Municipalidad de Providencia y Metro de Santiago han decidido construir un memorial y una plaza en recuerdo de esta cultura? Lo que pasa es que existe la necesidad de investigar, pero al hacerlo destruyen el lugar. Encontraron estos restos por accidente, e hicieron las pericias arqueológicas respectivas; de algún modo se puede decir que hicieron lo correcto, pero el cementerio fue destruido. Creo que apelo a un nivel de respeto que no es posible porque el metro tiene que pasar por ahí, la ciudad tiene que seguir creciendo, pero no hay que olvidar que también conlleva una historia. Por eso el video de la muestra termina con la pregunta: ¿serán suficientemente antiguas las tumbas más antiguas del Cementerio General? ¿Y si empezamos a construir ahí? ¿O muy pronto?
El papel del patrimonio
Fue en 2008 cuando Pilar Quinteros comenzó a trabajar en papel y cartón. Cursaba tercer año de Arte en la Universidad Católica, cuando tuvo la idea de construir con cartón ciertas figuras volumétricas del espacio público. Le pareció además que tenía dos cualidades atractivas: primero, se trata de un material barato y fácil de usar, y segundo, es un elemento tan frágil que le permitiría representar en un periodo corto de tiempo la destrucción y deterioro de las construcciones de la ciudad. Precisamente el tema que le interesaba tocar. Fue así, por ejemplo, que en mayo de 2010 parte de la fachada del Museo de Arte Contemporáneo que había sido destruida por el terremoto la restauró haciendo réplicas exactas de los balaustres de las escaleras. Ejercicio que repitió con el frontis de la desaparecida Estación Pirque del Parque Bustamante, y el de una antigua casona en Santa Isabel con Vicuña Mackenna, entre otras.
La habilidad de Quinteros para trabajar con el material ha sido tal, que en 2013 ganó la Beca Jean-Claude Reynal Scholarship -otorgada por la Fundación de Francia y el Museo de Bellas Artes de Burdeos a artistas que trabajan con papel-, y un año después fue elegida entre más de cinco mil artistas del mundo como una de las 20 finalistas del concurso Future Generation Art Prize de Pinchuk Foundation de Ucrania, uno de los centros de arte más importantes de Europa del Este. Allá, con cartón blanco hizo una reproducción idéntica de la desaparecida “Fuente de la Amistad de los Pueblos”, ubicada en la Plaza de la Independencia de Kiev. “Se trata del centro de protestas y manifestaciones de la ciudad, un lugar lleno de historias, donde no solo impresiona la presencia de dos malls, sino la gran cantidad de carteles publicitarios que hay sobre los edificios. Esa me parece una forma muy evidente de intentar anestesiar la historia de un lugar tan relevante”, explica.
¿Cómo sentiste que era la percepción en Kiev respecto al patrimonio urbano? Por lo que pude apreciar es una ciudad que ha sufrido muchas transformaciones debido a las guerras. Muchos de sus edificios emblemáticos fueron destruidos y por eso es curioso encontrarlos en pie. Eso es posible, porque muchos de ellos se volvieron a construir prácticamente de cero, lo que da cuenta de un interés inmenso por la historia del país a través de la arquitectura y en el imaginario de la ciudad. Sin embargo, se pueden encontrar casos como el de la “Fuente de la Amistad de los Pueblos”, símbolo de una época que el gobierno de Ucrania quiere dejar atrás. Aquí se cruzan ideales políticos y económicos que muchos no comparten, porque ven la fuente como un hito de encuentro, más allá de su significado original.
Y cuando piensas en Chile, ¿qué reflexión haces en torno al patrimonio y el apego de las personas por los objetos que conforman la ciudad? La ciudad la entiendo como una casa. Una casa que todos tenemos que cuidar y compartir. En mi casa, por lo menos, las cosas tienen un lugar y sé dónde encontrarlas, la mayoría del tiempo. Mi casa la comparto, por eso cuando quiero cambiar o botar algo pregunto antes de hacerlo. No todo se puede botar. Si llega una visita y tira a la calle la mesa de centro del living que fue de la familia por montones de años y que yo heredé, ¿no debo molestarme? Así me siento cuando la casa que veo todos los días camino al metro al día siguiente está cubierta por un muro verde y malla. Me molesta de igual manera. Sé que esa casa tiene un propietario, pero cuando la destruye también destruye la mía. No puedo responder por el resto de las personas y su apego a los objetos que conforman la ciudad, pero yo me siento así: pasada a llevar. d
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