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Mejor, imposible

La Panchita, la Morita, la Chepita y la Rayén no son hermanas ni hijas de los dueños de esta casa, ni siquiera son personas. Son los inseparables perros de Patricia Lattanzi, y la dosis de vida necesaria para hacer de esta casa un lugar mucho mejor.

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En lugar de relajación, de meditación... Como un monasterio, me siento como si estuviera viajando", así se siente Patricia Lattanzi en su casa. Una mujer que goza con la belleza de las cosas, de las personas y los animales, por lo que junto con ponerle cariño a cada detalle para que esta casa en Vitacura terminara siendo lo linda que es, es indispensable agregar que ella comparte todo esto con sus adoradas mascotas.

La estética ha formado parte de la historia familiar de Patricia. "Mi bisabuelo era arquitecto y llegó desde Roma a restaurar la catedral de Santiago, hizo maravillas en Chile, fue alumno de Pedro Lira y compañero y amigo de Juan Francisco González. Crecí viendo cómo se encaramaba en andamios; decorando la Basílica del Salvador, trabajando en los mosaicos del Teatro Carrera, del Palacio Falabella, era una especie de artista renacentista. Y mi padre fue un gran pintor  hiperrealista, muy conocido por sus cuadros de gallinas". Mientras Patricia recuerda, asegura que haber nacido dentro de este ambiente hizo que su ojo se afinara, y su casa -remodelada completamente con la ayuda del arquitecto Enrique Correa-, suelos, muros, tapices y plantas confirman esta teoría.

En su pieza se amontona un alto de revistas Cote Ouest y otras por el estilo, en cada una de ellas hay páginas marcadas. "Saqué ideas de ahí, de la Toscana y Marruecos, también de la estética de las viejas residenciales de Viña y Valparaíso, que conocí cuando chica".

El protagonismo vivo de la luz natural, cielos altos, postigos de madera, puertas de demolición, un patio interior revestido de mosaicos y todo el primer piso tapizado de baldosas Córdova, se trazó como primer escenario.

Los muros del living tapizados de cuadros son un testimonio genealógico, donde aparecen las cuatro generaciones del nombre Aristodemo Lattanzi, bisabuelo, abuelo, padre y hermano de la dueña de casa.

El resto responde a un lenguaje más íntimo, en el que se han conjugado piezas de arte, cuadros en un 90% de autoría familiar y un cúmulo de hallazgos que pacientemente ha ido atesorando con el tiempo. "Tengo gustos superdefinidos; si algo me gusta, lo compro sin saber qué uso le voy a dar, como lo fue con las columnas de demolición de la entrada antes de comprar la casa, algo inentendible para mi marido, ingeniero, para el que todo tiene que tener un objetivo".

Pero para Patricia toda esta decoración no tiene sentido sin sus cuatro compañeras inseparables. Las que realmente le dan vida y alegría a su casa. Son sus perritas que posan cual modelo para las fotos, se suben cómodamente a las camas, a los sillones. Sin duda, son las protagonistas de este hotel cinco estrellas. "Qué ganas de que esta entrevista sirviera para hacerle entender a la gente que un perro quiltro es igual de lindo que uno de raza y que este último no te va a dar más estatus".

Inspiración

El lenguaje íntimo dentro de la decoración se crea cuando existe una mezcla entre la historia y los paisajes recorridos.

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