Actualmente, y con razón, están todos indignados con todos. Esto puede ser muy desestabilizador si todos los descontentos se juntan, tal como ocurre por estos días.

Están los problemas de los países árabes, Europa o Chile, y en  cada caso es todos contra los políticos, los modelos de educación, estrategias económicas, injusta distribución de recursos,  políticas energéticas, modelos de transporte, daños ecológicos,  problemas limítrofes, precio de los alimentos, monopolios, fraudes varios, farándula, religiosos descarriados, TV sin contenido, fines del mundo que no ocurren y algún otro etcétera. Esto demuestra lo frágil, complicados e insustentables que finalmente somos, y que a pesar de los estudiosos que existen y han existido, estamos mal. Al parecer mientras más sabemos, más nos alejamos de lo simple.

A lo anterior sumaría otra molestia: la arquitectura basada en complejas modas o tendencias globales formales y, por otro lado, la que se orienta a la repetición de ciertos modelos en los proyectos inmobiliarios. En las primeras no importan ni el clima, ni los costos, ni la gente, etc., en que el único fin son los posibles compradores. Son tales las ganas de figurar y/o de vender, que se olvida a los usuarios, las tradiciones o idiosincrasia de los lugareños, el ahorro de energía, la mantención en el tiempo y, por supuesto, la sustentabilidad.

Más pena y desmotivación da cuando se aprecia que en muchas escuelas de arquitectura del país se apunta precisamente hacia la moda (el interés 'comercial' se mal-aprende con el ejercicio de la profesión), siempre con el fin o excusa de experimentar, y solo formalmente, pues no se investiga nada con relación a la contingencia actual ni se soluciona ningún problema. Siempre se llega a lo mismo: nada es construible ni habitable... ¡qué desperdicio de tiempo! En el momento que corresponde ser astutos. A los futuros arquitectos les costará más encontrar trabajo, pues no se les entrega contexto, salvo que tengan un contacto en alguna revista para mostrar su 'cajita feliz', o en alguna inmobiliaria.

No hay que olvidar que somos 7 billones de habitantes, que estamos viviendo más años, que hay menos recursos, que cada vez todo es más caro y difícil de mantener; cada vez con más problemas. Hay que cambiar el enfoque o paradigma de entrenamiento al futuro profesional; justamente aquí hay una gran fuente de trabajo: contribuir a solucionar problemas que ya se vislumbran.

Pues si no, en algún día no muy lejano, la sociedad va a estar  indignada también con los arquitectos.