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Chile en los ojos de tres generaciones: cómo ha cambiado en los últimos 75 años

Tres mujeres —abuela, hija y nieta— repasan sus vidas y los cambios de un país que también ha mutado con ellas. Desde la resiliencia hasta el devenir del país, la historia de ellas es un espejo de Chile a través del paso de los últimos 75 años.

Tres mujeres, tres generaciones. La historia de los últimos 75 años ha pasado en gran parte por los ojos de Alicia Contreras Gutiérrez (88), Nadia Veloz Contreras (59) y Natalia Toro Veloz (25). Entre ellas comparten más que la descendencia sanguínea: son tres visiones de la sociedad chilena bajo el prisma que a cada una le tocó vivir.

Temas como el valor de la familia, la maternidad, los hitos históricos que las marcaron, sus visiones de futuro o cómo ven a las otras generaciones son cosas que discuten y comparten entre abuela, hija y nieta de este núcleo familiar.

Entre ellas se quieren, se admiran y se acompañan, pero también se critican, a ellas o a los grupos etarios que cada una representa.

Nadia Veloz nació en Santiago, es administradora pública de profesión y trabaja desde hace casi 30 años en el área de recursos humanos y administración de personas. Está a poco menos de un año de jubilar, pero tiene planeado crear una consulta para parejas junto a su marido. También es coach ontológico y se dedica al trabajo de terapia del trauma. Está casada hace más de 25 años y tiene dos hijos: Felipe y Natalia. Desde 2007 viven en un barrio residencial de Ñuñoa.

A Natalia, su madre la define como una mujer valiente y decidida. Es historiadora de profesión y ahora está cursando un magíster en la misma disciplina. En paralelo, es bailarina de danza urbana, freestyle y twerking. De hecho, es campeona nacional de esta última categoría y en abril pasado fue a España a competir en el mundial, donde salió octava. En noviembre viajará de nuevo a tierras ibéricas a medirse en modalidad por equipos.

Ambas rodean con abrazos a la matriarca: Alicia Contreras.

Nació en 1937, en un contexto marcado por la adversidad y la escasez. A los 16 años murió su madre y, según acusa, en menos de dos semanas su padre la abandonó, a ella y a su hermano menor, para irse con otra mujer. Debió renunciar a los estudios para trabajar y hacerse cargo de lo que quedó de su familia. “Nunca le pedí plata a nadie. Creo mucho en Dios y le pedí a Él que me ayudara y no me faltara para alimentar a mi hermano”. Debió arrendar un cuarto en una casa para vivir. Le cobraban 200 pesos de la época al mes, y muchas veces tuvo que decidir entre pagar eso o poder comer.

De izquierda a derecha: Natalia Toro, Alicia Contreras y Nadia Veloz. Foto: Mario Téllez / La Tercera. MARIO TELLEZ

Se casó a los 19 años con Enrique Veloz y tuvieron cinco hijos, pero cuando tenía 37 su esposo murió y la dejó a la deriva con ellos. “El alcohol se lo llevó”, lamenta. Desde ahí debió valerse por sí misma, trabajar lavando, limpiando, planchando, vendiendo género puerta a puerta y también en fábricas, pero aún así Nadia recuerda que tuvo una infancia marcada por el cariño y la compañía de su madre. “Jugaba mucho con nosotros y nos cantaba tangos tristes, pero siempre destacó por su calidez”, dice.

De hecho, Nadia recuerda que su infancia estuvo marcada por un contexto donde se conocían entre los vecinos y se prestaban ayuda mutuamente. Algo que no ve tanto ahora, o por lo menos no de parte de las nuevas generaciones.

Lo que sí, admira y envidia de la generación de su hija la libertad que pueden tener para determinar el rumbo de sus proyectos.

Reconoce que su hija le hizo ver que “no era tan feminista como pensaba”. Lo que sí, percibe y repara que la generación de su hija pasa por un uso indiscriminado de las redes sociales y de la manipulación de la información o exposición indebida de las personas.

En el caso de su madre, Nadia cree que un aspecto importante a reconocer es la capacidad de resiliencia que tuvo frente a toda la adversidad que enfrentó. Pero, al mismo tiempo, cuestiona la dificultad que tuvo para poner límites, “decir ‘basta’, porque también siento que pusieron el cuerpo y la salud en riesgo por enfrentar todo tipo de situaciones”.

En los ojos de Alicia, una de las críticas que hace contra las generaciones de su hija y de su nieta apunta al abandono de la crianza, que muchas veces evidencia en el barrio donde vive hace más de 40 años, en Pudahuel. “Sufro mucho cuando veo que los niños caen en la droga. A muchos de ellos los conocí chiquititos, iban al colegio, y después se desbandan. Y los padres no tienen cómo educarlos, porque están todo el día trabajando, y los dejan nomás. No les dan cariño, pienso”.

Otro aspecto que se entrecruza entre sus distintas visiones es la maternidad. No es desconocido que actualmente Chile tiene la tasa de natalidad más baja de su historia, que indica que cada vez son menos las mujeres que están dispuestas a tener descendencia. Para Natalia, por ejemplo, a sus 25 años este es un tema sobre el cual puede ir o venir, algo que no necesariamente tiene que suceder, y que eso le da mayor libertad de decisión sobre su cuerpo y sus proyectos de vida. “Me gustaría ser madre, pero en un futuro no tan próximo”, remarca.

De izquierda a derecha: Natalia Toro, Alicia Contreras y Nadia Veloz. Foto: Mario Téllez / La Tercera. MARIO TELLEZ

Ahí, su abuela no puede evitar demostrar su discrepancia. “Yo a su edad ya tenía cuatro hijos. Sinceramente encuentro que no está bien no querer tener, porque después uno no sabe cuántos años va a vivir. En la vejez, una mujer sin hijos no es nada”.

Para Nadia, en cambio, la maternidad se le presentó por primera vez con ciertas dificultades. A los 25 ya tenía a su hijo mayor, Felipe, quien nació con una afección cardíaca que debía ser atendida de forma urgente. En esos años, en su paso por la universidad tuvo una participación activa en el movimiento de la Generación 80, que se manifestaba en contra de Augusto Pinochet. “Había estado muy involucrada, con mucho compromiso. Y luego de eso, con la crianza fue como un corte abrupto en mi vida”.

A propósito de eso, una encuesta de Descifra sobre brechas generacionales marcó cuáles son los principales hitos históricos que cada grupo etario reconoce como crucial. Para la gente de su generación, lo que ocurrió entre el Golpe de Estado y el plebiscito de 1988 fueron los que más marcaron el devenir de sus vidas.

Para Nadia, en particular, fue su oposición a la dictadura, donde participó en las movilizaciones estudiantiles. Para Natalia, en cambio, el estallido social de 2019 la marcó por sobre otros hechos.

A pesar de las diferencias, tanto Nadia, como Alicia y Natalia, ven con optimismo el desarrollo del país en un futuro próximo. Revisan sus vidas, ven las dificultades de su pasado y creen que las cosas solo pueden mejorar. Lo importante, según comentan, es necesario reconocer ese avance al entender el camino recorrido. En los pasos de Alicia están los de Nadia, y en los de ella están los de Natalia.

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