Jamás un anfitrión, en las ocho ocasiones en que se ha realizado el Mundial de Rugby, ha sido eliminado en primera ronda, por lo que la derrota inglesa de ayer frente a Australia, por 33-13, es catalogada como un verdadero desastre. Más aún si pensamos que los de la Rosa llegaban a la cita como el gran favorito del hemisferio norte, aunque ya poco importe.

Parece un karma el de los británicos, pues, el estadio de Twickenham de Londres, el gran coliseo de este deporte en el Reino Unido, tal como hace 24 años -en la final del cuarto Mundial, cuando los Wallabies le arrebataron la copa a los ingleses- fue el escenario de la  decepción. Esta vez, eso sí, de forma mucho más anticipada.

Fue un jornada tortuosa para los blancos, que desde la previa se les notaba excesivamente ansiosos, ensayando una y otra vez sus jugadas fijas, mientras Australia lo tomaba con calma. Ya iniciado el juego, ese nerviosismo no cesó.

Los australianos impusieron su ritmo desde el principio y sin mayores problemas. La figura del apertura Bernard Foley, determinante en las patadas a los palos y la distribución del balón, desde temprano golpeó con un penal y dos tries que el mismo convirtió. Durante toda la primera mitad fueron los aussies los dominadores.

Inglaterra, que jugó decidido en ir hacia adelante y buscar de la manera que fuese el descuento, no supo conseguirlo. Sólo un penal de Owen Farrel (12') fue la reacción concreta en la primera mitad. Los errores en las últimas fases ofensiva le costaron caro a los dueños de casa, donde perdieron el balón constantemente, ahogando aún más a desesperado quince anfitrión.

Los ocho cambios que ordenó desde la cabina Stuart Lancaster, el coach británico, pudieron revertir la situación. De hecho, parecía que la historia podría emparejarse cuando Anthony Watson (65’) apoyó el try de los de la Rosa, pero la historia ya estaba cerrada. Australia, con oficio en defensa, un ataque ordenado, un line out y un scrum impecables,  era mucho más en cancha.

Al cierre, con varios ingleses abandonando el estadio, los Wallabies quisieron evitar toda clase de dudas y golpearon por última vez al rival con un try de Matt Giteau convertido por Foley.

Gales y Australia son los líderes del grupo A, ambos con 13 puntos. Los británicos, con sólo seis puntos, ya nada pueden hacer.

La noche negra de Twickenham será recordada durante años, no sólo por los ingleses, sino que por todos los fanáticos del rugby. Ahora, los británicos deberán conformarse con una despedida frente a Uruguay, el frío premio de consuelo que por primera vez recibirá un anfitrión.