Señor director:

Desde largo tiempo se viene discutiendo el asunto de si a los sacerdotes de la Iglesia Católica se les debe permitir casarse. Pienso que varias aristas del tema han pasado desapercibidas y que es necesario analizar.

La primera, es que la demanda proviene de los laicos. Somos nosotros los que andamos predicando el cambio de status sin darles a ellos la prioridad de opinión. Lo natural sería permitir que puedan discutir el asunto con sus iguales. Siento que el clero se siente presionado por dos lados. Por una parte los laicos vociferamos sobre la urgencia  que se produzca la alternativa del matrimonio, y por otra, la propia jerarquía no abre espacios para que puedan conversar seriamente los pro y los contra que un cambio como el indicado produciría en sus vidas y en su ministerio. Respetémoslos.

Luego, hay algunos que sostienen que el matrimonio de los sacerdotes terminaría con los curas homosexuales y  los pedófilos. Con esa afirmación se ha perdido la racionalidad. No cambia la orientación sexual por casarse, pero lo que resulta más ridículo es relacionar a los pedófilos con el matrimonio; el pedófilo es en sí mismo un criminal cuya conducta no tiene vinculación con el sacerdocio y ni con el matrimonio.

Por último, para que el término del celibato tenga éxito,  requiere de un profundo cambio de  los laicos,  que no hacemos nada para caminar en tal dirección. Si no velamos hoy para que por el ejercicio de su ministerio el cura reciba un salario suficiente, ¿cómo sería si además tuvieran familia? Imaginemos a su mujer saliendo de una zapatería después de haber adquirido un calzado más o menos bonito o saliendo de una peluquería, cómo sería el nivel de los comentarios. Para que los sacerdotes se casen debemos tener la disposición de aceptar que tengan una vida familiar normal, con éxitos y fracasos. Mientras no tengamos una visión generosa, seguir intentando el término del celibato llevará a una realidad complicada y frustrante. Personalmente soy partidario de que puedan casarse, pero antes es indispensable que comencemos nosotros a prepararnos para aceptar todo lo que aquello llevará consigo en lo humano y en lo material.

Demetrio Infante F.