Histórico

De la micro 401 a artistas del año

Con una carrera marcada por la autogestión, La Combo Tortuga logró el mayor galardón de la cita.

Pese a que este año cumplen media década en el circuito, su nombre aún no parece  tan familiar para el gran público como el de otros reyes de la cumbia en Chile, como Chico Trujillo y Villa Cariño. No por nada, el vocalista Manuel Caro, conocido en el ambiente como “Dunga”, decidió partir con una aclaración su discurso de agradecimiento en el Teatro Teletón y frente a las cámaras de La Red, en el momento más estelar hasta ahora para La Combo Tortuga.

“Ustedes se preguntarán quiénes son estos flaites que están aquí parados... somos los huevones que ganaron”, explicó de entrada el cantante la noche del martes pasado, luego de recibir de manos de Buddy Richard el premio Pulsar de Artista del Año, uno de los más significativos de los 23 que entrega la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD) en la gala que realiza desde 2015. El mismo que el año pasado obtuvo Ana Tijoux y que, a diferencia del resto de las estatuillas, lo determina la gente a través de una votación abierta y no un jurado.

Parecía que ni siquiera los músicos se la creían. Mal que mal, minutos atrás habían perdido en la categoría a la que llegaban entre los finalistas (Mejor Artista Tropical). Pero la voz de la gente  dijo otra cosa: tras superar por estrecho margen a 31 Minutos en la elección -que totalizó 11.565 votos- la banda maipucina se hizo un lugar entre los triunfadores de la que hoy por hoy es la mayor ceremonia de premiación de la industria local. Un hito que para La Combo Tortuga cierra una primera etapa marcada por la porfía y la autogestión, y que se sintetiza en Mis sueños, una de aquellas primeras composiciones que los músicos probaron viajando entre la Plaza de Maipú y Providencia, arriba de los recorridos 401, 405 y 419 del Transantiago, cuando andaban “más cortos que combo de tortuga”.

“Esto fue de verdad, fue a pulso, porque nos costó ene. Por eso fue emocionante el premio”, cuenta Rodrigo Cerda, baterista y representante oficial de sus otro nueve compañeros. “No sentíamos totalmente desconocidos, como unos extranjeros, sentados al lado de los Quilapayún o de Congreso”, agrega el músico con voz que evidencia desgaste. Y es que sólo horas después de su gran noche los músicos debieron madrugar para cumplir con sus compromisos laborales, que ayer, como parte del Día del alumno, incluían un recorrido que iba del colegio Terraustral de Maipú a la escuela parroquial de San Miguel.

Es de esa audiencia de donde salen los autodenominados “Tortucauros”: una creciente legión de seguidores que acompaña en vivo al conjunto desde sus comienzos, haciendo cada vez más numerosas sus habituales presentaciones en La Fonda Permanente y Las Tejas, y también sus shows en recintos más grandes, como el Movistar Arena y el Galpón Víctor Jara, donde han actuado junto a grupos amigos como Guachupé y Santa Feria.

Tal como éstos últimos, La Combo Tortuga ostenta una fanaticada del tipo hinchada futbolera, donde caben las poleras y banderas alusivas a la banda, así como facciones que han ido desprendiendo de la matriz del fan club (como los “tortuebrios”, por ejemplo). Todos juntos, además, se han encargado de hacer ruido en las redes sociales -donde el grupo tiene cerca de 26 mil seguidores- y en radios como Corazón y Candela, que hoy tienen a La Combo Tortuga como uno de sus artistas más tocados. Así, por ejemplo, Soy feo pero rico, de su segundo álbum independiente, La terrible pulenta (2015), lleva varios meses como uno de los temas tropicales más rotados en el dial.

“En nuestras letras hablamos del jefe, de la caña y también del amor, tocamos temas que a todos les llegan”, dice Cerda para explicar el fenómeno, el que ahora pretenden exportar con su primera visita a México, desde el próximo 8 de junio.

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