El día en que Víctor Hugo brilló en la Selección
Víctor Hugo Castañeda volvió esta semana al Estadio Nacional, el escenario que hace casi exactos veinte años selló su inmortalidad futbolística. Ocurrió en la clasificatoria para el Mundial de Francia 98, cuando el sucesor de Sebastián Beccacece asistió al "Matador" Salas para el gol que selló la victoria chilena sobre Uruguay.

Hace frío en el Estadio Nacional cuando rojos y celestes entran en la cancha. El partido es tenso. Por si fuera poco, Zamorano y Musrri son bajas en el equipo nacional. Las marcas presionan con tanta rudeza, que Luis Chiqui Chavarría lesiona al talentoso Enzo Francescoli. Nadie sabe, nadie imagina en ese momento que veinte años pasan volando, que veinte años después habría algo llamado YouTube que recordaría esa patada y la frase ingenua y pícara del Chiqui, esa que decía que le salió todo bien y que por suerte pudo lesionar al Enzo, el elegido de los uruguayos. La lluvia añade otro ingrediente a la noche ñuñoina. Chile se juega la vida, su opción para clasificar al Mundial de Francia 1998, su primer mundial en 16 años, con un duro Uruguay al frente. Esa noche lluviosa, lo más parecido a Francescoli que tiene Chile es un hombre apacible, de bajo perfil, de San Vicente de Tagua Tagua y que, por su andar lento, no adivina que en unos minutos pasará al Olimpo de los momentos épicos del fútbol chileno por un movimiento preciso de su pie izquierdo.
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Víctor Hugo Castañeda nació en San Vicente de Tagua Tagua, pero el fútbol tiene otros códigos y dice que su nacimiento fue en La Cisterna, en la pequeña y precaria cancha donde Palestino juega de local, esa cancha que, en lo profesional, es lo más parecido a un ambiente de barrio, familiar, que existe en el Santiago frío de los malls y el vértigo constante.
En el calendario de la leyenda futbolística, el nacimiento de Víctor Hugo es el 12 de noviembre de 1996. La jugada es rápida. Al minuto 59, luego de neutralizar un centro uruguayo, el portero chileno Nelson Tapia apura la salida con una cabriola de bowling para que Cristián Castañeda recorte varios metros pegado a la banda derecha. El zaguero avanza y conecta con un veloz Sebastián Rozental, que retrocede hasta el mediocampo y juega rápidamente con una de las mejores versiones del “Matador” Marcelo Salas, quien ya era jugador de River Plate.
En segundos, Salas amaga y engancha para Fernando Cornejo, quien la abre, a la izquierda, con dirección a un conectado Víctor Hugo Castañeda. Hasta ese instante, Víctor Hugo era un ícono de una Universidad de Chile que por fin conocía lo que era alzar un campeonato después de veinticinco años. Pero también, bromas aparte, era "Víctortugo" para los equipos rivales, uno de esos diez a la antigua en que la velocidad no iba necesariamente en los pies y el dribbling, sino en la cabeza.
La imagen en YouTube es borrosa y un poco lenta, y parece que aumenta ese eterno instante de apenas unos segundos cuando el actual director técnico de la Universidad de Chile toca cuatro veces el balón y lanza una zurda en carrera, una zurda cruzada que conecta con la cabeza de Salas, quien se anticipa al defensa charrúa Róbert Siboldi.
Y entonces, el estadio explota.
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La tribuna estalla y, como si alguien hubiera apretado el botón de un inodoro de gente, las camisetas chilenas se pierden en el maremágnum. Nelson Acosta salta junto a la barra nacional y Chile consigue el cupo para la máxima cita futbolística.
"Era una jugada que siempre hacíamos en la U. La empezó Fernando Cornejo, me la tocó y yo aparecí por la izquierda. Ahí vi que Salas picaba y me marcó el pase. Golazo. Después todo fue festejo", contó Castañeda a El Deportivo de La Tercera.
“Me lo sacan en cara, como si fuera lo único que hice por la Selección. Pero en ese partido le metí un pase, aun mejor a Rozental, lo dejé solo y se le fue. Nadie se acuerda de eso”, dice Víctor Hugo. Y tiene razón: es como la mayoría de los instantes de la vida. Castañeda, Víctor Hugo, pasó a la gloria por un momento que quizás para él no fue perfecto. Desde este fin de semana, volverá a los mismos pastos en que se hizo mito, jugándose mucho, pero recordando, cada vez que mire esa zona antes del área grande, que a veces la leyenda está a apenas un segundo de llegar a la vida.
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