El penal perfecto de Chile

La marca registrada de Charles Aránguiz es el lanzamiento de penales. Su ritual se ha vuelto infalible.




Aránguiz nunca rehúye la responsabilidad. Desde niño, en aquellas tardes de fúbol polvoriento en el Nueva Esperanza de Puente Alto, el volante ha sido el que maneja los tiempos. El que comanda el juego. Dueño del medio desde siempre. También de las pelotas detenidas. Ni hablar de los penales.

Sus cercanos no recuerdan que alguna vez haya fallado. Sí recuerdan que, desde que apenas soñaba con el profesionalismo, hasta ahora, que se encamina a ser uno de los mejores volantes del mundo, ha mantenido su receta infalible desde los doce pasos.

Lo demostró con Universidad de Chile e Inter de Porto Alegre. Lo ha hecho también en la Selección. El método, tan sencillo a la vista como indescifrable en la práctica, lo transforma en un verdadero especialista.

Serenidad. Vista al frente. Carrera corta y adentro. El ritual sale natural (ver infografía).

Rodrigo Cauas, psicólogo deportivo, cree que la ejecución de Aránguiz "es un reflejo de su forma de ser". "Es ordenado, no improvisa. Patea siempre igual porque eso le da seguridad", agrega.

Aránguiz se para frente a la pelota y hace lo correcto. Así sabe hacer las cosas. Le da igual si es un amistoso, un entrenamiento, un Mundial o una final continental. Él no sabe fallar.

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