Histórico

El primer día de Bachelet, Presidenta electa

Once visitas de Estado recibió la mandataria electa, tanto en su hogar como en su comando. Destacaron cambios en su vestimenta y en la gráfica que acompañó sus apariciones.

Una de las primeras escenas que simbolizan el fin de una campaña presidencial, con todas sus tensiones y encono acumulado, es cuando el Presidente en ejercicio visita al presidente electo en su propia residencia. Las formas republicanas señalan que el próximo mandatario invita a la intimidad del hogar a las ilustres visitas con un agasajo para amenizar el encuentro. Ayer no fue la excepción.

A las 9.00 de la mañana, Michelle Bachelet recibía en su residencia, en la comuna de La Reina, a Sebastián Piñera y su esposa, Cecilia Morel, siendo su primera actividad como presidenta electa. En un distendido ambiente, Bachelet hizo pasar a su antecesor y a la primera dama hasta el comedor de su casa, donde ya estaba dispuesto un generoso desayuno, compuesto por marraquetas, palta, quesillo, jugos de fruta natural y dulces tradicionales. A su vez, Piñera le llevó de obsequio un libro sobre la historia de La Moneda y otro sobre la celebración del Bicentenario. Tras un rato, sin embargo, Morel dejó solos a los presidentes para que abordaran los temas de Estado.

Con el encuentro, del que ni Piñera ni Bachelet hicieron comentarios, se dejó en evidencia otro de los símbolos del nuevo ciclo político: la vestimenta de la líder opositora. Atrás quedó la tenida adoptada por Bachelet durante la campaña, aquellos holgados trajes de corte hindú con una suerte de chalina que cubría su cuello, cuya comodidad la propia ex mandataria confesara en televisión. Ayer, Bachelet comenzó con la formalidad del cargo: un traje azul formal, collar de perlas nacaradas y zapatos azules de taco con una flor de charol en las puntas.

Junto a la vestimenta, cambiaron también las formas de comunicación de Bachelet en su comando.

Es así como en el desayuno no hubo acceso a las cámaras, valiéndose los medios de las imágenes satelitales proporcionadas por el comando, modalidad que sería utilizada con el resto de las 10 visitas protocolares que tendría Bachelet en sus oficinas de Factoría Italia. En este lugar estaba dispuesta una pantalla gigante, donde se transmitía el saludo de la presidenta electa y sus interlocutores, seguidos de apenas un par de minutos hasta el fin de sus transmisiones.

Ejemplo de ello fue el recibimiento a los presidentes de la Cámara y el Senado y los jefes de partido de la Nueva Mayoría, además del Comité Permanente del Episcopado y los pastores de la Mesa de Iglesias Evangélicas. Todas citas que, en promedio, no sobrepasaban los 20 minutos, salvo el encuentro con los siete timoneles del bloque opositor que, acaso por su número, se extendió por más de una hora.

Las diferencias entre los encuentros variaban según la cantidad de visitantes. Cuando Bachelet debía recibir a una o dos personas, los invitaba a tomar asiento en unas poltronas prestas para la ocasión, acompañadas de una mesa de centro con superficie de vidrio, adornada por un solitario libro titulado Tesoros de la platería mapuche.

En cambio, cuando la recepción adquiría ribetes de delegación, la presidenta electa los llevaba hasta una mesa larga, con vasos de agua para cada visita. La frugalidad de esta serie de encuentros fue contrapuesta al gesto que tuvieron los pastores evangélicos, quienes le llevaron un ramo de rosas para felicitar la victoria del domingo. "Venimos a bendecirla", sintetizó el obispo Emiliano Soto.

El punto de quiebre ocurrió en el punto de prensa de la próxima presidenta, previo a la pausa de la hora de almuerzo. Más extenso que en otras ocasiones, ordenadas por turno para los medios que lo solicitaban. "Es que está dando la palabra la Paula, estamos ordenaditos", explicó Bachelet, aludiendo a su jefa de prensa, Paula Walker, cuando el orden de los periodistas amenazaba con salirse de la estructura definida.

Allí, Bachelet entregó algunos criterios básicos para la conformación de su gabinete. Lo hizo delante de un nuevo panel gráfico, con la leyenda "Michelle Bachelet. Presidenta 2014-2018", acompañado de tres franjas con los colores patrios. Lejos de la "M" que sintetizó una campaña que, desde el domingo, se inscribió en la lejanía de la historia.

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