''Ikemen'': Japón apuesta por los hombres guapos
Jóvenes atractivos, como les gusten a las damas, es lo que los empresarios entregan a sus clientes cuando van de compras.

A la entrada de una boutique de señoras, un japonés alto abre galante la puerta a las clientes. El joven -pelo negro y largo, piel inmaculada, mirada fría, pero siempre cortés- tiene una estatura imponente. Justo lo que les gusta a las damas. Y los empresarios lo saben. Por eso, siempre buscan a este tipo de hombres, jóvenes y que se cuiden. Y es que en los lugares que antaño solían ocupar chicas guapas para atraer a clientes son cada vez más solicitados los "ikemen", como se llaman en la jerga nipona.
"Recibimos pedidos permanentemente", cuenta Masami Morita, vicepresidente del servicio de chóferes "Okakae Untenshu" (conductores a su medida), al diario "Mainichi Shimbun". Como sus empresas tokiotas tienen muchas clientes femeninas, en noviembre puso en marcha un nuevo servicio que ofrece guapos conductores para los traslados. Se realizó una "estricta selección" entre los 300 chóferes registrados. Actualmente hay seis ikemen contratados, pero la cifra será aumentada a 20.
La moda de los ikemen es la expresión de los cambios económicos. Japón, donde el 60 por ciento del producto interior bruto proviene del sector servicios, es famoso por la increíble amabilidad de sus numerosas y guapas vendedoras y por su fabuloso servicio al cliente. Pero el sector no era rentable.
SERVICIO
"Hasta ahora, se impedía que los productores controlaran todo el servicio, hasta los centros comerciales y supermercados", explica Martin Schulz, economista en el Instituto de Investigación Fujitsu, en Tokio. Nunca hubo una orientación real hacia el cliente, más allá de la amabilidad general. Cada vez que el país entra en crisis, las reestructuraciones siempre han provocado mejoras de los canales de distribución y reducción de costes. Sin embargo, las mejoras en marketing y orientación al cliente rara vez fueron impulsadas.
Pero la situación ha cambiado. Precisamente los consumidores más jóvenes adquieren cada vez menos productos tradicionales de la industria japonesa, como vehículos, televisores o frigoríficos. Los productos ya no bastan por sí mismos, el cliente espera un valor añadido. Los centros comerciales ofrecen ahora sus propios productos y los restaurantes conceden más valor a una línea y servicio propios. Ahora, el marketing se escribe con mayúsculas. Y con la crisis económica, las mujeres se han convertido en los principales clientes objetivo.
En este sentido, los Ikemen son los encargados de ofrecer a las mujeres ese valor añadido que exigen. Este término de acuñación relativamente nueva tiene su origen en el "slang" de los jóvenes de la región de Osaka, donde "iketeru" significa algo parecido a "cool". Mediante un proceso de composición con el inglés "men" (hombres) y el japonés "men" (rostro) surge el concepto ikemen, aplicado a hombres "cool" y atractivos. Y es que la belleza, por sí sola, no basta en la profesión de los ikemen.
CONDICIONES
Entre las condiciones esenciales para ser buenos ikemen figuran, además de una apariencia cuidada y buenos modales, un olor corporal agradable y una forma de expresión adecuada. Factores todos ellos a los que las mujeres conceden gran importancia. "Las mujeres odian que se les mire directamente", dice Morita. Una cliente de su servicio de chóferes lo cuenta así en el diario: "Una vez utilicé el servicio antes de una importante negociación, y me sentí muy bien. Desde entonces, lo pido de vez en cuando. Me siento muy orgullosa cuando un conductor bien parecido me abre la puerta".
La compañía aérea JAL acaba de apostar por un vuelo circular entre el aeropuerto tokiota de Haneda y el de Hagoshima, en el sur, exclusivamente con ikemen como personal de vuelo, y está considerando ofrecer ese servicio anualmente a sus clientes. En las revistas se ofrecen cursos de cultura con profesores atractivos, y bares y cafés también buscan ikemen. Pues hay clientes a las que no les importa hacer largos viajes.
Mika Ohi, de 26 años, es una habitual de un bar en el barrio tokiota de Ikebukuro. Va, porque allí trabaja "su" Shinji, el dueño del bar, un año mayor que ella. "Es guapísimo y sabe mucho de cócktails. Pero sobre todo es siempre tan dulce", cuenta en la publicación especializada "Nikkei Restaurant". "Las mujeres cambian permanentemente de ánimo, ¿no? Pero Shinji sabe escuchar. Siempre me escucha sonriendo. Y eso me serena".
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