Histórico

La historia del asesor de SalcoBrand y abogado de Briones y Von Appen

Descendiente de eminencias del Derecho, toca piano y clarinete y es hombre de confianza de grupos empresariales locales que lo han colocado en sus directorios.

Puede ser extremadamente duro. De su cabeza salió la palabra "infamia" que utilizó SalcoBrand para catalogar el reconocimiento de Fasa a un alza concertada de precios con sus competidores. A SalcoBrand llegó por Francisco Courbis, el gerente general nombrado por los antiguos dueños, para ordenar la empresa y venderla. "Curiosamente cuando Luis Enrique la compró, decidió mantenernos", dice este abogado de 47 años, fundador de Vial y Cía., quien se niega a hacer cualquier alusión al caso colusión de farmacias.

"El es muy sencillo, un gran litigante, porque viene de la escuela de Claro y Cía. Todos teníamos que litigar si queríamos ascender", explica Juan Ignacio Correa, quien comenzó como procurador junto a Vial hace más de dos décadas en esa oficina.

Fue uno de los dos mejores alumnos de su promoción en la U. de Chile y es hincha de su equipo de fútbol, al igual que sus nueve hijos. Llegó a ser socio de Claro y Cía, cuyos fundadores fueron su bisabuelo Luis Claro Solar, eminencia en derecho civil, y Samuel Claro Lastarria, primo de este último. Su abuelo materno siguió la tradición y su madre fue una de las primeras abogadas en titularse en la U. de Chile. No ejerció porque tuvo 10 hijos con el ingeniero civil Fernando Vial, dueño de la constructora de obras viales que lleva su nombre.

"Entre mis hermanos hay cuatro ingenieros y dos médicos (Pablo es decano de Medicina de la U. del Desarrollo). Yo soy la excepción", cuenta este hombre que ya tiene un hijo que estudia Derecho en la U. de los Andes.

LA FACETA DEL HUMOR
No importó que estuviera defendiendo a los Von Appen, sus clientes más antiguos, en el Tribunal de Libre Competencia, en un tema de suma relevancia como levantar la restricción que les impide ir a la licitación de un frente de atraque en San Antonio. El abrió su alegato, el jueves, diciendo "me siento el patito feo; espero que después de esto cambien de opinión". Arrancó risas y logró captar como nadie el interés de la audiencia.

Conoció a Sven y Wolf von Appen como procurador de Claro, porque le tocó llevar algunas causas laborales de sus empresas navieras. Arturo Gardeweg atendía a la familia alemana y Vial le ayudaba. Cuando dejó Claro y formó su propio estudio, en 1995, los Von Appen lo siguieron.

Con ellos ha compartido desde la sucesión que los patriarcas planificaron a partir de 1985 hasta formar parte del directorio de la matriz junto a Dag y Richard von Appen, hijos de los dueños del grupo Ultramar.

De aquella primera experiencia aprendió cómo preparar a las empresas familiares para el cambio generacional. Conoció a los profesores de la suiza IMD que vinieron a Chile a formar la cátedra de empresas familiares de la U. Adolfo Ibáñez. Desde entonces ha trabajado con Jon Martínez, experto en el tema quien, más tarde, se trasladó a la U. de los Andes.

Ha asesorado a más de 20 empresas familiares, incluida una sucesión que no fue tan amistosa, la de los hermanos Hernán y Felipe Briones. Se mantuvo como asesor de Hernán y es director de la matriz Invesa, que agrupa a Cementos Bío-Bío y Cisa, una de las más grandes empresas de sanitarios del mundo.

Otros clientes históricos son Agustín Edwards, dueño de El Mercurio, YPF y Pandoll, un distribuidor de fruta de California, que acaba de vender sus tres exportadoras en Chile. Y Lothar Maier, ex socio de David del Curto, dueño de Valle Dorado, pionera en plantar uvas en Copiapó.

PIANO Y CLARINETE
Pudo haber sido concertista de piano. Con un profesor ruso practicaba tres horas diarias hasta que un día le dijo que tenía que optar. Estudiaba derecho, trabajaba desde primer año  y pololeaba con su actual mujer. Lo dejó y empezó con el clarinete, menos demandante. Hoy todos los días se sienta al piano al llegar a su casa.

Esta veta musical, que le viene por el lado paterno, la heredaron sus hijos, con quienes, a estas alturas, forma una orquesta. Hay un contrabajo, un violín, cello, guitarra y banjo, piano, clarinete. Muchas veces cuando el padre toca piano se le suma la prole.

Su formación incluyó, además, una profesora permanente de inglés. "Salíamos a caminar con Mrs. Hofmann y jugábamos a las bolitas en inglés". Su infancia transcurrió en una casona de tres pisos, donde vivían, cada uno en el suyo, su familia, su abuelo materno Gustavo Claro Salas -"abogado y gran promotor de los derecho de la mujer"- y sus tíos Isabel y Gustavo.

Los miércoles subían a comer con "el tata", dueño de una biblioteca de 30 mil volúmenes, donde estudiaban los nietos. Los sábados, la rutina era al almuerzo e incluía a los amigos de dominó del abuelo. Los domingos iban por la mesada.

Esa vida dejó huella: los nueve hermanos Vial Claro (una de las tres mujeres murió) comen todos los jueves donde su padre. Y los sábados, lo hacen con los hijos de cada uno. Una vez al mes Felipe Vial y su prole viajan a Los Queñes, un campo que compró junto a su cuñado Guillermo Undurraga para andar a caballo.

Versátil, combina la música, el campo y la familia con el trabajo, al que le dedica un tiempo razonable. Evita cócteles, seminarios y "patillas así", porque le aburre la gente que sólo habla de pega.

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