Sanfic abre sus puertas al cine de la reunificación alemana




Bastaron apenas cuatro años para que el cine alemán, ese concepto asociado en Chile a las intensas cintas de Fassbinder y Herzog exhibidas en el viejo cine Normandie, se posicionara otra vez en el mundo con un fuerza y audacia sin precedentes. En el año 2003, el filme En un lugar de Africa, de Caroline Link, ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera; en el 2005, la producción La caída dejó a todo el mundo con la mandíbula abierta, al presentar un sólido retrato del Hitler final, y en el 2007, La vida de los otros mostró un tétrico retrato de la vida en la RDA, logrando la estatuilla de la Academia a la Mejor Película Extranjera.

Este blitzkrieg (como se le llamaba a los sorpresivos ataques alemanes en la Segunda Guerra) de la cinematografía germana es un fenómeno que ha logrado circular por Latinoamérica, donde ni siquiera los filmes de Herzog, Wenders y Fassbinder consiguieron en su momento el mediático apoyo de las mencionadas La caída o Las vidas de los otros. Las revisiones históricas son la piedra angular de este cine y los ejemplos citados son la muestra patente de una cinematografía eficaz dentro y duera de sus fronteras.

Pero, ¿qué otros elementos definen al cine alemán del momento? ¿Dónde está la paja y el grano de esta gran variedad de producciones? ¿Es la revisión histórica sólo una fórmula para vender mejor la "marca" de películas germanas en Hollywood? El director Andreas Dresen, que visita Chile como miembro del jurado internacional del Sanfic 5, tiene una opinión bastante clara: "No creo en las etiquetas y no se puede meter a todos los directores alemanes en un mismo saco. El factor común es que justamente hay diversidad temática".

Dresen es uno de los hombres más respetados del circuito fílmico de su país, con un Oso de Plata en Berlín 2002 por la cinta A media escalera, y el premio de Una Cierta Mirada en Cannes 2008 por Nunca es tarde para amar. En Sanfic 5 se está ofreciendo una retrospectiva de sus siete películas.

Admirador del francés François Truffaut e "interesado en el humanismo en el cine", Dresen tiene poco y nada que ver con aquel cine germano for export que gana premios Oscar e indaga en la historia con mayúsculas. Lo suyo son las crónicas mínimas y agridulces del habitante medio, explotando temas como el amor en la vejez, la infidelidad y el duro acomodo de los alemanes del este tras la caída del Muro de Berlín. Una suerte de Mike Leigh germano. Su sensibilidad lo ha hecho acreedor del sobrenombre "Vittorio De Sica del Gera", en un juego de palabras sobre la emotiva obra del  neorrealista italiano y la ciudad natal de Dresen.

Tal es su interés en el retrato cotidiano y la franqueza de sus opiniones que al hablar acerca del cine de sus colegas no tiene trabas. "Por principio, me parece que es importante que se hagan películas sobre la historia alemana. Goodbye, Lenin es una divertida comedia sobre la caída del muro de Berlín, que no pretende reflejar la realidad que se vivía en la RDA. La vida de los otros, en cambio, es sólo un cuento de Hollywood que busca contar lo que fue Alemania Oriental y no tiene nada que ver. Es cine de exportación y no refleja la vida cotidiana. Es la improbable historia del peor tipo de la Stasi que  se transforma en un ángel. Un lobo estepario, cuando en realidad se trataba de seres comunes y corrientes, tipos que el fin de semana estaban con su famlia, hacían un asado y luego iban al trabajo. Eso es aún más terrorífico",  enfatiza.

Templado en el este
Dresen sabe lo que dice. Nacido, criado y educado en la República Democrática Alemana, sus padres trabajaban en el mundo del teatro, al igual que los protagonistas espiados por la Stasi en La vida de los otros. "Por suerte, ellos no tenían una vida como la que se exhibe en la película", bromea el realizador, quien a los 10 años fue un "pionero" (nombre dado a los niños y jóvenes adoctrinados por los gobiernos comunistas) y participó en actos de solidaridad con Chile tras el Golpe de Estado.

"Egresé de la escuela de cine justo cuando vino la caída del muro. Todas mis películas están dentro de la Alemania reunificada e indagan en estos  últimos 20 años", dice el cineasta, que de joven se formó viendo cine soviético y  cine alemán de la Defa, el organismo fílmico estatal. "El sistema nos aislaba de lo que pasaba en el mundo, pero aún así llegaban algunas películas del Nuevo Cine Alemán, sobre todo las películas de Rainer Werner Fassbinder y Volker Schlöndorff que eran más críticas con la propia Alemania Occidental", recuerda Dresen, que reconoce cierta infuencia de Fassbinder.

A la hora de la verdad,  el director reconoce que el cine germano que más le motiva es el de Fatih Akin y Hans-Christian Schmid, dos autores que se hacen cargo de la Alemania menos perfecta, la que incorpora los dramas de la  gran masa de inmigrantes turcos (Akin es turco-alemán) y la que indaga en la problemática de la difícil reunificación.

Las películas de Schmid tienen como paisaje a la juventud a la deriva de la ex Alemania Occidental y a la población de la ex RDA que lucha a duras penas por adaptarse al capitalismo.
De Alemania a Chile

Además de los siete títulos de Dresen (cuyo gran tema suele ser la vida en la ex Alemania del Este), el Sanfic 5 trae otras 11 obras germanas en diferentes competencias.

Ahí está, por ejemplo, Una mujer en Berlín, un producción histórica, en la línea de La caída, que describe el caso real de una mujer violada por soldados soviéticos tras la toma de Berlín, en 1945. El filme fue financiado por Constantin Film, una de las compañías más exitosas de Europa, propiedad del productor Bernd Eichinger, el mismo hombre tras La caída y Perfume, la historia de un asesino (2006).

También exhiben Sombras alargadas, drama de Connie Walter sobre un ex militante del grupo de izquierda Fracción Ejército Rojo que difícilmente se reinserta en la sociedad tras dos décadas en prisión. Por otros caminos  se mueve el documental En Berlín, de Michael Ballhaus (director de fotografía de Fassbinder y Scorsese), quien narra la evolución de la capital alemana desde la caída del Muro hasta nuestros días.
Son diferentes voces y ámbitos que tienen un patrón común: la abigarrada Alemania tras las reunificación.

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