Opinión

BRICS: fuerza motriz de debates

Gabriel Boric en Beijing con Lula y Xi Jinping, dos líderes del BRICS, durante la IV Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del Foro China-CELAC, en mayo pasado.

Por Paulo Pacheco, embajador de Brasil en Chile

Desde la Embajada de Brasil hemos seguido el debate en Chile sobre el BRICS en coincidencia con la presidencia brasileña del bloque y en un contexto internacional desafiante, en el cual tocará a Brasil liderar también la COP30, con importantes discusiones globales ocurrirán este año en Sudamérica. Sin entrar en el mérito de si Chile debe asociarse o no al BRICS, decisión soberana que compete únicamente al Estado y a la sociedad chilena, me gustaría recalcar algunos hechos y desmitificar visiones sobre el bloque para contribuir al debate, cuya existencia misma ya refleja la importancia del BRICS.

El BRICS representa a la mitad de la humanidad y casi la mitad del producto interno bruto (PIB) global. Más allá de su peso económico, su atracción resulta sobre todo por el hecho de constituir, hoy por hoy, la principal fuerza a favor del multilateralismo. Es innegable que la arquitectura internacional vigente ya no ofrece soluciones a desafíos globales. El orden internacional posterior a la Segunda Guerra se basó en dos grandes promesas: un sistema de seguridad colectiva centrado en las Naciones Unidas y una visión de prosperidad con un sistema comercial multilateral basado en normas. Hoy, las limitaciones de estas promesas son evidentes.

En este contexto, lejos de una lógica confrontacional, el BRICS ha sido, desde su creación, un mecanismo de diálogo, motor de cooperación y debates, constructor de consensos, de refuerzo del multilateralismo y multipolaridad, y de resonancia respecto a la urgencia de enfrentar desafíos comunes. El BRICS impulsa reformas en la gobernanza global para garantizar no solo mayor representatividad –y por consiguiente un orden más democrático–, sino también mayor espacio para prioridades del Sur Global, subrayando, por ejemplo, que la erradicación de la pobreza y el respeto por la igualdad entre naciones son condiciones necesarias para garantizar la seguridad, en todas sus dimensiones. No por casualidad Brasil, miembro fundador del BRICS, eligió en su presidencia del bloque en 2025 el lema “Fortaleciendo la Cooperación del Sur Global para una Gobernanza más Inclusiva y Sustentable”.

Nos une una convicción: la paz no se impone, se construye. Debe basarse en la inclusión, el respeto al derecho internacional, la igualdad soberana de los Estados y el desarrollo. Los BRICS, como grupo, reconocen los intereses económicos y de seguridad, estratégicos y legítimos, de cada miembro, tanto en sus respectivas regiones como a nivel mundial. Y esto forma parte de nuestra contribución a una distribución justa del poder en asuntos globales, requisito indispensable para lograr la paz, el desarrollo y la sostenibilidad. El BRICS aboga por la diplomacia frente a la confrontación, y por la cooperación en vez del unilateralismo. El BRICS no es anti-algo, lo que nos une es estar a favor del: multilateralismo, del comercio libre, justo y equitativo; a favor del fortalecimiento de la Organización Mundial de Comercio (OMC), rechazando tarifas unilaterales o el llamado proteccionismo verde.

El BRICS no es ideología, no es derecha ni izquierda, es un instrumento pragmático, atento y adecuado a las necesidades del mundo actual y que cumple el rol de relevar prioridades conllevando medidas concretas, como el Nuevo Banco de Desarrollo del BRICS, instituido durante la presidencia brasileña del bloque en el 2014, el cual provee soluciones para el desafío de países emergentes de tener más financiación. El Banco, al que recientemente adhirió Colombia, ya cuenta con más de 33 mil millones de dólares invertidos en proyectos de desarrollo sostenible en el Sur Global. El BRICS, en sus más de 100 reuniones anuales, trata además de la inteligencia artificial, transiciones energéticas, industrialización, el combate a enfermedades desatendidas, el perfeccionamiento del sistema financiero global, el desarrollo, lo que también favorece el respeto a los derechos humanos, y otros asuntos relevantes de la actualidad y del futuro.

El actual debate sobre el BRICS en Chile es reflejo, en sí mismo, de la relevancia del bloque y de su importancia como motor de cambios y debates, que rompen la inercia y dan luces a los principales retos de la humanidad. Refleja, asimismo, la emergencia de nuevos actores y la urgencia de una arquitectura global representativa y democrática, apta para abordar y superar viejos desafíos, como la promoción del desarrollo, la inclusión o la mantención de la paz.

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