Error y oportunismo

31 DE MARZO DE 2020/VALPARAISO Los ministros Maria Jose Zaldivar y Felipe Ward dialogan con diputados, durante la sesion especial de la Camara de Diputados. FOTO: LEONARDO RUBILAR CHANDIA/AGENCIAUNO


SEÑOR DIRECTOR

La emergencia no ha sido buena para el proceso legislativo. No tanto por los errores que se pueden cometer al legislar apurados, urgidos por la emergencia, como pasó recién con los permisos de circulación. Esto puede entenderse: en los apuros es más fácil equivocarse.

Y si bien los errores son más entendibles, el oportunismo no lo es. El oportunismo en salirse de la forma, de las reglas que definen los ámbitos de competencia y el procedimiento. Aquí no ha habido error. Ha sido deliberado. Para presionar por más o por aparecer más.

Se ha manifestado con fuerza después del 18 de octubre pasado, aunque antecedentes había. Uno cercano fue la reducción de la jornada laboral a 40 horas. Después de octubre se dispararon, desde la oposición e, interesantemente, desde el propio oficialismo. Aumento de gasto fiscal en materia de pensiones, bonos, extensiones del posnatal. Todas mociones parlamentarias, usualmente en la Cámara de Diputados. Todas fuera de su ámbito de competencia. Ninguna un error.

La iniciativa exclusiva del gobierno en materias de gasto fiscal tiene su antecedente más directo en una reforma de 1943 y fue ampliada después. Su razón de ser sigue vigente: conectar poder y responsabilidad. En un régimen presidencial tan marcado como el nuestro, la responsabilidad por la situación social y económica del país cae sobre los hombros del gobierno. A éste le corresponde mantener la disciplina fiscal. Si la cosa va mal, los parlamentarios no pagan la cuenta. La iniciativa exclusiva del gasto es coherente con esta realidad: si es el gobierno quien, al final, paga los platos rotos, que sea el gobierno quien decida gastar o no.

Esto podrá no gustar, pero, al menos, es coherente con el régimen político que tenemos. Mientras éste no se modifique, cualquier atribución de gasto por parte del Congreso desconecta poder y responsabilidad. Y, como cualquier persona que haya participado en un trabajo colectivo sabe, esa desconexión es receta infalible para el desgobierno.

Errores legislativos seguirá habiendo, ojalá los menos. Pero será peor que futuras medidas económicas se consuman en un debate sobre inadmisibilidades.

Isabel Aninat

Lucas Sierra

CEP

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