
La izquierda, lo justo y lo necesario

Dentro de la tradición católica, la idea de lo que es “justo y necesario” está cargada de particular sabiduría. La frase, con la que en el contexto litúrgico los fieles responden al llamado de agradecimiento a Dios hecho por el sacerdote, invita a la reflexión sobre esta dualidad no solo en los asuntos divinos, sino también en los mundanos y particularmente en los políticos. Sobre esto, lo evidente es que quienes aceptan la distinción entre estos dos conceptos, aceptan también que algo puede ser justo pero innecesario, y viceversa. Estos polos conforman un eje ideológico decisivo, con la izquierda más inclinada a actuar según su noción de justicia y la derecha más proclive a atender lo que cree necesario. Pero también es un dilema que se presenta al interior de cada sector político, en los que ciertamente el peso de una de estas orientaciones no significa la ausencia de la otra. Hoy, es de especial interés revisar cómo se presenta esta dicotomía dentro de la izquierda, con un gobierno de ese signo cerrando su ciclo con prioridades muy distintas a las que lo inauguraron, y una candidatura que lucha por que la izquierda logre un segundo mandato consecutivo, anclada a una narrativa que da más cuenta de las lecciones aprendidas en estos cuatro años que de las convicciones con las que llegaron.
El gobierno del Presidente Boric asumió el poder con una fuerte orientación hacia la reparación de ciertas injusticias, pero escasa estima por la necesidad. Impulsaron políticas redistributivas con poca atención al crecimiento, un Estado de bienestar sin suficiente consideración por la necesidad de financiamiento, y así. Este desequilibrio fue evidente en diferentes ámbitos: medioambiente y progreso, reivindicaciones de pueblos originarios y certeza jurídica, inmigración y control de fronteras, las injusticias estructurales que relativizarían la responsabilidad de quienes delinquen, entre otros. Pero ni el Presidente ni el gobierno son los mismos de hace cuatro años. La gran diferencia es que, enfrentados a la responsabilidad de conducir el Estado, muchos agregaron a la impronta reivindicatoria un sentido de pragmatismo que hasta hace poco habían ignorado.
Pero este es un proceso en pleno desarrollo, lleno de tensiones que se harán más evidentes si pasan a ser oposición en marzo de 2026. Las dificultades que tuvo la candidatura de Jara para acordar un programa, el frecuente desalineamiento de diputados oficialistas con el Ejecutivo y el disgusto que manifestó recientemente la presidenta del Frente Amplio ante la propuesta de Boric para poder desplegar por decreto a las Fuerzas Armadas en las fronteras, dan cuenta de esto. El tránsito desde una consideración casi exclusiva por ofrecer justicia a ciertos grupos, hacia una valoración genuina de lo que resulta necesario para gobernar, probablemente no mostrará todos sus frutos antes de que Boric deje La Moneda, pero puede encontrar proyección si logran transformar este aprendizaje en convicción.
Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis y profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP
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