
Landerretche debe dar un paso al costado
Menos de una semana es el tiempo que le tomó a Óscar Landerretche convertir su presencia en el comando de Carolina Tohá en el centro de la discusión… para mal de su abanderada.
El economista -que llegó a la campaña a fines de mayo a ofrecer a Tohá un perfil técnico- dijo al tercer día de junio, y en la antesala del debate del 5 del mismo mes: “Es muy difícil, cuando un sector político ha estado tan perdido, tan enamorado de Twitter, de Instagram y de hacer puras cosas lesas [...] dar cheques en blanco”, dando a entender que no necesariamente votará por Jeannette Jara o Gonzalo Winter, en caso de que Tohá no gane las primarias.
Desde luego, las incendiarias declaraciones -las que, entre otras cosas, eliminan de sentido las primarias, hechas para resolver democráticamente diferencias y asegurar apoyos entre aliados, antes de las presidenciales-, inundaron la agenda, con la candidata revalidando sus credenciales de respeto al proceso de primarias, y dividiendo a sus partidarios, entre quienes opinan como ella y quienes opinan como Landerretche.
Para empeorar las cosas, Landerretche decidió arrancar para adelante, y continuó -con soberbia- con las críticas y las frases altisonantes. “Quiero ver si no convierten el país en un maldito infierno”, dijo recientemente respecto de los aliados que eventualmente deberían apoyar a su candidata.
Un desastre total, que debilita la autoridad de Tohá (y su gobernabilidad, ante el feroz discolaje legislativo y ministerial que se viene), perjudica el valor político de la primaria y de la alianza, y transforma la disputa en algo pantanoso y amargo, en tanto el eje ahora es acerca de la supuestamente superada querella intergeneracional y de cómo Landerretche se tomó la agenda.
Y es un eventual hito de una profética derrota autocumplida, pues con un Landerretche en escena, insistiendo en sus errores, cada día es más difícil que Tohá solucione pronto los entuertos y cambie el eje del debate, a menos de tres semanas de las primarias.
¿Se puede devolver el río a su curso?
Es difícil, pues requiere generosidad, pero se puede. En este caso, me temo, sólo si se produce un alejamiento voluntario o silencioso de Landerretche, de modo que así repare el boicot involuntario que emprendió (si es que no se trata de una pésima estrategia para buscar el centro).
Y debe hacerlo, no porque no haya cierta razón política en sus críticas ni realidad en su diagnóstico ni por falta de valoración de la divergencia -de hecho, algunas cosas las comparto-, sino porque esto es incompatible con una instancia que es para resolver alianzas, mostrar flexibilidad, liderazgo en los equipos y ganar puntos políticos… y, por sobre todo, crear un animus societatis en el herido progresismo, que levante una opción real de Tohá (la única del sector con chances de ganar la Presidencial), más allá de la primaria, en noviembre.
El episodio recuerda la post primera vuelta entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín en 1999, cuando Lagos debió tomar la severa decisión de sacar a Carlos Ominami del centro estratégico de su campaña, para incorporar a Soledad Alvear y hacer un giro hacia el centro, en miras al balotaje.
Algo que -sin dudas- trajo costos, quiebres y problemas, pero que se reveló como necesario para el bien mayor, que fue que Lagos venciera a Lavín, en una jugada que revalida la manida frase que indica que en política los verdaderos amigos están para el sacrificio.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, U. de Chile
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