Perder un hijo en pandemia: “Me genera tristeza dejar atrás este año en donde viví al extremo todo tipo de emociones”




“A finales del 2019 me enteré que estaba embarazada. Sería mi cuarto hijo, el conchito, porque tengo tres más, de 9, 7 y 6 años. Era una guagua muy esperada y el embarazo fue absolutamente normal, salvo que tenía fecha para finales de junio del 2020, en plena pandemia del Covid-19, lo que hizo que a partir de marzo me suspendieran algunos controles. A pesar de eso, para nosotros como familia el escenario no era negativo, ya que pensamos que podríamos esperar juntos, encerrados en la casa en invierno, la llegada del sexto integrante.

Pero la suspensión de los controles no nos permitió, a nosotros y a los doctores, ver que tenía placenta previa. A las 27 semanas rompí membranas y comencé a botar líquido amniótico, así que fui de Urgencia a la clínica. El plan fue quedarme ahí hospitalizada el mayor tiempo posible, lo que aguantara antes de nacer, así que de un día para otro, nuestro proyecto de esperar a Aníbal todos juntos encerrados se transformó en que yo estaría sola en la clínica y mi marido con los niños en la casa, porque las visitas estaban prohibidas.

Pero a los dos días, comencé con trabajo de parto y nació. Fue una cesárea de urgencia en la noche así que mi marido no pudo llegar porque había toque de queda y dejar a los niños en medio de la pandemia con sus abuelos era un poco impensado. Me ofrecieron llamar para avisar, pero preferí esperar a mi marido con la sorpresa la mañana siguiente. Todo salió bien y nos quedamos tranquilos, porque incluso tenía buen peso para la cantidad de semanas. Asumimos que nuestro hijo iba a estar un tiempo en la neo, sin visitas por la pandemia, pero que luego de ese tiempo, podríamos volver a la casa y estar todos juntos nuevamente.

Pero a las seis horas de nacido, comenzó con algunos problemas para respirar y después de examinarlo descubrieron que tenía una bacteria. Fue una muy mala sorpresa para todos. Y no hubo mucho más que hacer. Cuando los doctores vieron que no estaba muy bien, nos llamaron y con mi marido pudimos pasar las últimas horas de vida de nuestro hijo, junto a él. Es el dolor más grande que uno puede sentir, pero a pesar de la pena, agradezco lo vivido.

Todo el mundo comenta lo difícil de este año y quienes conocen mi historia podrían pensar que para mí fue más difícil y doloroso, pero la verdad es que si pudiera quedarme en el 2020, lo haría. Si pudiera elegir, volvería a repetir este año una y un millón de veces de principio a fin, con todo lo que trajo y con lo que se llevó. Volvería a disfrutar a mi hijo, volvería a tocar mi guata redonda y cada movimiento de él dentro de mí. Disfrutaría cada beso de sus hermanos, cada palabra de su papá hacía él y cada contracción. Olería profundamente su cuerpo cuando nació, escucharía aún más atenta su llanto, me fijaría en cada detalle que olvidé y disfrutaría aún más su nacimiento, sabiendo que nos quedaban solo doce horas juntos. Trataría de despertar más rápido de la anestesia para aprovecharlo cada minuto, lo abrazaría nuevamente de la misma manera y le diría lo mismo que le dije y más.

También pediría que sus hermanos pudieran verlo y volvería a regalonear a sus hermanos bajo esa gran tristeza, juntos y unidos en nuestra casa, aprovechándonos al máximo y viviendo un confinamiento lleno de cariño, amor y contención. Volvería a vivir cada uno de esos momentos y me da una tristeza enorme pensar en dejar atrás este año en donde viví al extremo todo tipo de sentimientos y emociones y donde la vida me dio a mi Aníbal, y sin dudarlo me lo quitó sin anticiparnos a nada.

El 2020 es tú año, Aníbal, juntos lejos de una pandemia. Lejos de todo lo que envolvió al mundo entero, vivimos otra realidad. Yo sé que todos querían salir de este año, yo de verdad lo volvería a repetir para poder aprovechar el tiempo que nos dio juntos y bien pegaditos.

Magdalena Aguirre tiene 38 años y es profesora de arte.

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