El nuevo perfil del magnate de la moda española

Todas las mañana uno de los hombres más ricos del España, según la revista Forbes, toma su bicicleta y se dirige desde su casa hasta la oficina de Desigual, ubicada a un costado del Hotel W, Bacelona. Se trata Thomas Meyer, creador de esta marca donde hoy es dueño del 90% y que ha sido valorada en €2.565 millones.
Es que en los últimos años ha experimentado un crecimiento exponencial, alimentado por la apertura de nuevos puntos de venta en todo el mundo y por la diversificación de las líneas comerciales. La marca está presente en 109 países con 548 establecimientos, más de 7.500 tiendas multimarca, 2.800 espacios en grandes almacenes y 9.000 puntos de venta de nuevas categorías. Sin embargo, el modelo de negocio, el mismo que ha llevado a Meyer a codearse con la élite española, ha tenido que someterse este año a un examen.
La empresa, que hasta 2014 era un fenómeno de la moda española, pasa por una “profunda revisión” que le permita resolver los problemas que la han llevado a ganar un 26% menos en el primer semestre de 2015. El producto, la red de tiendas y un nuevo equipo directivo serán los ejes sobre los que se desarrollará el cambio de Desigual, que cerró el ejercicio 2014 -el primero tras la entrada del fondo galo en su capital-, con una facturación de €963,5 millones, una cifra por debajo de sus objetivos (que pasaban por alcanzar los €1.000 millones). Su beneficio neto fue de 134,9 millones de euros.
Su nuevo plan estratégico, que estará listo antes de terminar el año, contempla una “renovación de la organización para potenciar la innovación en el producto” y “optimizar” la red de tiendas. Meyer, que asumió el cargo de presidente del directorio el pasado mes de mayo, quiere pilotar y liderar este cambio.
Dicen que Thomas Meyer, nacido en Basilea en los 60, guarda con celo su vida privada. Muchos medios han intentado sin éxito obtener información personal o una entrevista de este empresario cuya trayectoria se inició en Baleares ( archipiélagodonde se ubican las islas Minorca, Ibiza y Mayorca) donde cambió los clásicos I love Ibiza de las camisetas por manchas caleidoscópicas. Llegó a Barcelona siendo un niño, pero fue en la isla donde creó su tienda de mayor éxito y donde nació Desigual, en 1984. El origen es conocido: el empresario reconvirtió en chaquetas una partida de 3.000 jeans con la técnica de patchwork y decidió arropar su proyecto con una marca. Fue la española Isabel Coixet, directora de cine, quien le propuso hacerlo bajo el nombre de Desigual.
Eso sí, el empresario suizo ha tenido que recorrer un camino de rosas y espinas hasta lograr consolidar su marca de ropa como la firma de moda que es.
Después de tener que declarar a la suspensión de pagos en 1988, por una crisis interna de la empresa, tomó la primera decisión clave en la historia: continuar adelante con la marca, que remontó poco a poco. En 1992, Meyer cruzó el Atlántico en velero y conoció al empresario catalán Manel Adell, un directivo sin experiencia en el mundo de la moda. Durante el viaje ambos trazaron lo que sería el plan estratégico de la futura Desigual. Diez años después, Meyer lo confió todo a Adell, a quien desde 2002 designó como primer oficial al timón de la compañía. En 2012, en el momento de revisar el contrato que les unía en la sociedad y con una amistad que se había empezado a romper, acordaron la salida de Adell a cambio de €200 millones.
Sus pasatiempos
Apenas se sabe que algunas de las pasiones de Meyer son el mar -comparte barco con un grupo de amigos con los que habitualmente realiza largas travesías-, el esquí y la montaña. Vive en el barrio del Born de Barcelona, con su pareja actual y su última hija (tiene otras dos de una relación anterior).
Sus seguidores lo llaman el millonario invisible. Su discreción es lo opuesto a lo que proyecta la marca que ha creado, que no teme mostrarse controvertida en sus campañas publicitarias. Meyer es el artista y director de orquesta del equipo de Desigual. En las reuniones para definir la línea de cada temporada explica a los diseñadores cuáles deben ser las claves. No se fabrica nada a lo que no haya dado el visto bueno.
“Es una de esas personas muy especiales que ha creado un imperio de la nada y a las que siempre tienes que darles la razón”, explica un extrabajador. Otro, sin embargo, contradice esta idea: “Es humilde, muy próximo al resto de sus trabajadores, que sabe salir de sus propias ideas, aunque antes tienes que argumentárselo muy bien”. Desigual, al igual que el Barça, presume de ser, más que una marca de moda, una filosofía de vida.
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