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Andrés Rodríguez-Clare: “No veo que luego de Trump EE.UU. vuelva a una política comercial más abierta”

El académico de la U. de California, Berkeley, repasa los principales riesgos para el mundo y América Latina en medio de la guerra arancelaria. Dice, no obstante, que el escenario podría cambiar si el sistema judicial de EE.UU. aborta las tarifas de Trump. Este jueves dictará una conferencia en la UDP, organizada por la Sociedad Chilena de Políticas Públicas.

Se trata de un reconocido experto en materia de comercio internacional y esta semana arribará a Chile para dar una conferencia magistral en la Universidad Diego Portales. Andrés Rodríguez-Clare, Ph.D. en Economía por la U. de Stanford y profesor titular de la cátedra Edward G. y Nancy S. Jordan en la U. de California, Berkeley, cree que las políticas que traban el comercio mundial podrían seguir vigentes luego del fin de la era Trump en la Casa Blanca.

“No veo que luego de Trump EE.UU. vuelva a una política comercial más abierta”, afirma el economista, quien liderará la conferencia “Globalización y emisiones de carbono: Hacia un marco cuantitativo para la evaluación de políticas” este jueves en la Facultad de Administración y Economía de la UDP. El evento es organizado por la Sociedad Chilena de Políticas Públicas (SCHPP), en el marco de la decimoséptima versión de su encuentro anual.

Donald Trump está pronto a cumplir un año desde que llegó a la Casa Blanca y los mercados parecen haber aprendido a manejar la incertidumbre. ¿Cuál es su evaluación sobre el actual momento económico mundial tras iniciada esta guerra arancelaria?

-El mundo está aprendiendo a vivir en una etapa muy distinta a la que parecía que íbamos a vivir por mucho tiempo, es decir, un sistema de comercio reglado por normas y convenios internacionales. La política de EE.UU. ahora pareciera alejarse de eso muy radicalmente, tanto en sus acuerdos y obligaciones con la OMC, como con acuerdos regionales, preferenciales. Esto está siendo cuestionado en el sistema judicial en EE.UU. y los agentes económicos están todavía poco claros si las tarifas se van a mantener, porque dependen de que sobrevivan a las demandas legales o de que cambien las circunstancias y Trump decida cambiar las tarifas. Hay muy poca claridad de si las tarifas se van a mantener o no. Hay mucha incertidumbre.

Pero es cierto que estamos en una situación en términos de crecimiento, inflación y de mercados de valores, mejor de la que uno se hubiera podido imaginar dada la incertidumbre que hay. Pero hay otros enormes shocks que están pasando en la economía, sobre todo en EE.UU., que afectan a la economía mundial, como es el shock de la inteligencia artificial y esto está aumentando la demanda por insumos de una serie de industrias y está afectando el crecimiento de la economía de EE.UU. y de la economía mundial. Entonces, son muchas cosas que están pasando a la vez, y es muy difícil entender con más precisión el efecto particular de las tarifas.

¿Le sorprende la resiliencia que ha mostrado la economía norteamericana frente a esta guerra arancelaria?

-Hubo una discusión sobre el efecto de las tarifas cuando empezaron en febrero y después con el Día de la Liberación. Algunos dijeron que esto iba a generar una recesión y los mercados cayeron mucho. Nunca entendí muy bien cómo se llegaba a esa conclusión. El comercio es una parte relativamente pequeña de la economía de EE.UU. y cualquier modelo cuantitativo o económico que uno use para ver los efectos no genera una recesión o una caída grande en la economía de EE.UU.. No esperaba una recesión. Eso me parecía una reacción un poco exagerada a la política arancelaria.

¿Cuál cree que va a ser el gran ganador y el gran perdedor de esta guerra arancelaria?

-Los grandes ganadores en EE.UU. son las industrias más protegidas: aluminio, acero. Son industrias que no se afectan tanto por los aranceles que tienen que pagar por los insumos y sí se benefician por los aranceles a la competencia; entonces tienen niveles de protección más altos. En economía la llamamos tasa de protección efectiva, la que toma en cuenta el arancel al bien que se vende, lo cual es bueno porque afecta a los competidores extranjeros, pero toma en cuenta también los costos de los aranceles sobre los insumos que las compañías tienen que usar y que tienen que importar.

En el caso del acero y del aluminio me imagino que la tasa de protección efectiva es bien alta. Para el caso de la industria automotriz, la tasa de protección efectiva va a ser más baja, porque está afectando a los insumos que compran. Pero ahí hay una situación interesante. Por un lado, está la producción en EE.UU. y, por otro, están las empresas de EE.UU. que producen también en Canadá y México para importar automóviles a EE.UU..

Entonces, habrá unos ganadores que son algunos sectores muy protegidos en EE.UU. y el resto, consumidores y la mayoría del sector productivo, van a terminar peor. Y, obviamente, los socios comerciales más importantes de EE.UU. van a salir perdiendo: Canadá y México serán grandes perdedores y China también. Y también América Latina.

¿Vamos hacia un mundo menos globalizado y más cerrado? ¿O cree que, luego de esta guerra comercial, todo volverá a ser como antes?

-Pregunta difícil. Una vez que se aumentan las tarifas se generan dos tipos de fuerzas que hacen que sea difícil volverlas a bajar. Por un lado, el gobierno va a recibir una fuente importante de ingresos por el cobro de las tarifas y quitarlas implicaría aumentar el déficit fiscal, tener que bajar el gasto, aumentar los impuestos. Eso sería políticamente difícil. Entonces, eso genera un escenario difícil para que una administración post Trump baje los aranceles. Además, se generan una serie de “clientes” que se benefician de esa protección, quienes van a hacer cabildeo (presión) para que esos aranceles se mantengan. Entonces, no veo que luego de Trump EE.UU. vuelva a una política comercial más abierta. Hay que esperar lo que digan las cortes, porque puede ser que las cortes se traigan abajo una buena parte de los aranceles. Entonces, el mundo no va a seguir globalizándose como se venía globalizando… y el mundo se puede partir en bloques. Algo de eso va a pasar.

¿Cómo ve, en este contexto, el futuro de América Latina?

-Algunos países basaron su estrategia de desarrollo en exportar al mercado norteamericano y esa estrategia funcionó. Tenía sentido, dadas las condiciones. Pero ahora tiene que combinarse con otras. Y los países que dependían mucho de eso ya no van a ver el crecimiento que se esperaba de esa estrategia. Esto, porque las aranceles en EE.UU. son mayores y porque la tasa de crecimiento de ese país hacia el futuro es más incierta. Entonces, los países que han apostado a exportar y a integrarse con Asia y con Europa, ahora van a tener una ventaja.

¿Cómo avizora el escenario para Chile, teniendo en cuenta que es uno de los países comercialmente más abiertos al mundo y con minerales clave para la transición energética?

-Chile tiene la ventaja de haber venido desarrollando instituciones capaces de hacer alguna política industrial con mayor nivel de éxito que en otros países de la región desde hace décadas. Ese apoyo del Estado de una política industrial inteligente, no proteccionista… de alguna selectividad, pero promoviendo la competencia y las capacidades más que dando subsidios, es algo que le puede servir a Chile para crecer.

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