Manifiesto de Francisca Valenzuela: "No odio a los hombres"

25 de Octubre 2018Francisca Valenzuela. Cantante. Foto Reinaldo Ubilla

A los 18 años me di cuenta de que quería dedicarme a la música. Ya no solo quería tocar en el espacio de mi casa: me empezaron a dar ganas de sacar más canciones, perseguir una carrera creativa. Mis papás siempre vieron ese impulso, esa tendencia a hacer esas cosas e hicieron todo lo que estaba en su poder para darme herramientas.

Me encanta la poesía del rap. Cómo la densidad de palabras permite decir tanto. Los más activistas, los más revolucionarios, los más visionarios son raperos, como Tupac o Kendrick Lamar. Nunca quise hacer rap, porque no tenía las herramientas para hacerlo, no tenía tornamesa o amigos que fueran Mc's.

La vida de un artista es solitaria. La parte creativa tiende a ser así. Uno se pierde de muchas cosas a veces, que son sociales o familiares, por estar trabajando. Igual, hay otros aspectos que compensan eso y creo que tengo un núcleo de personas cerca que son muy importantes para mí, entonces nunca he sentido esa soledad.

Tener una alianza con marcas es una oportunidad laboral. Son pocas las empresas que invierten en contenido cultural con libertad y sin restricción. Y no siempre tengo el lujo de decir que no a las cosas. En el fondo, hay una fantasía de que las cosas se mantienen solas y no es así. La cantidad de gastos que tiene una persona creativa para sustentar su proyecto es muy alta.

Cantar con U2 fue como ir a un mundial de fútbol. La invitación fue un hito tan importante y tan surrealista. La expectativa y la tensión ni te cuento, estaba así como dada vuelta en el camarín de los nervios. Conversé un montón con Bono. Compartimos un día entero juntos, fue bacán, increíble, y un aprendizaje muy grande.

No odio a los hombres. Hablar explícitamente del empoderamiento de la mujer o de cómo la sociedad ve a la mujer generaba esa idea ridícula. El feminismo se ocupaba como un adjetivo negativo. No se daba valor a que era una observación cultural y social.

Estamos enamorados del ícono del artista tortuoso. Que tiene que sufrir para ser eficiente, prolífico o generar emoción. La gente asocia lo positivo como algo meloso. Pero no sé: la vida igual es cinemáticamente agridulce.

Una vez un fan me gritó "vomítame encima". Estaba súper enferma después de un concierto en Machalí y avisé que quería vomitar. La gente es súper cercana conmigo. Es raro que tenga una mala disposición a priori; uno puede estar cansado y lo puede decir.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.