Ezio Manzini: Pequeños, grandes cambios
El experto italiano es uno de los principales pensadores sobre sustentabilidad de los últimos años. En su visita a Chile, explicó por qué estamos equivocados al creer que vivimos bien.

Ezio Manzini tuvo una agenda apretada en su visita a Chile. Entre charla y charla, el arquitecto, diseñador e ingeniero italiano recibió a Qué Pasa en una oficina en el Duoc de San Carlos de Apoquindo, al que vino como parte de Projecting Design 2012, la primera Cumbre Internacional de Diseño y Comunicaciones de América Latina. El profesor de Diseño Industrial del Politécnico de Milán y coordinador nacional de los doctorados en Diseño de Italia, es un convencido de que hay que buscar la eficiencia en todo ámbito, lo que se nota en los pocos segundos que se toma para responder cada pregunta.
Manzini ha basado su investigación en el diseño estratégico y sostenible, convirtiéndose en uno de los principales pensadores de la materia a nivel mundial. Su enfoque consiste en desarrollar soluciones que desafían a los diseñadores a reorientar sus esfuerzos para encontrar alternativas sustentables con las herramientas que ya existen y, a la vez, mejorar las relaciones sociales. Fundó la red Design for Social Innovation and Sustainability (Desis), una red internacional de laboratorios universitarios de diseño avalada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Su interés por el diseño sustentable nació hace alrededor de 25 años, cuando el concepto de calentamiento global ni siquiera era parte de la conversación: “Vi que era necesario encontrar una forma de generar un impacto en las nuevas generaciones, a las que les estábamos heredando muchos problemas”, cuenta.
El segundo paso fue identificar la solución. La respuesta la encontró en la forma que consumimos. “Tomamos el modelo de vida de los países de Occidente y calculamos que para que viviéramos de forma sustentable teníamos que reducir nuestro consumo en un 90%”. La tarea entonces pasó a ser cómo lograr ese cambio. “Mi punto de vista es que un sistema así de complejo no se puede cambiar de un día para otro porque a alguien se le ocurrió. Tiene que haber leyes que aporten, subsidios que hagan lo suyo, pero lo más importante es que hay que cambiar la percepción general de las personas”, asegura.
Y eso pasa por modificar nuestro concepto de bienestar. “Para la mayoría de la gente vivir mejor es sinónimo de tener más. Y así acaparamos más cosas, más servicios, más de todo. Estoy convencido de que somos capaces de vivir mejor consumiendo menos. Es fácil decirlo, pero no tanto llevarlo a cabo”.
Vivir (juntos y) mejor
El trabajo de Manzini se ha centrado en cuatro palabras clave: pequeño, local, abierto y conectado. Esto implica entender que nuestros actos afectan a nuestro entorno, tanto a nivel del medio ambiente como de las relaciones sociales. Por eso hay que buscar salidas a los problemas en las redes que vamos generando.
“Es en las relaciones sociales donde podemos encontrar la solución para vivir mejor consumiendo menos. Varios estudios han medido la economía de la felicidad. Está demostrado que lo que hace felices a las personas, en primer lugar, son sus relaciones sociales. Por lo tanto, lo primero que tenemos que contemplar en nuestro nuevo concepto de bienestar es el tener una familia sana y un grupo de amigos, donde nos reconocemos e identificamos”, explica el experto. “Cuando empiezas a pensar de esta manera, se te hace obvio que necesitamos tener aire limpio, que necesitamos una ciudad segura. Y ésas son cosas que no puedes obtener con dinero”.
Y es aquí donde la innovación juega un papel clave, porque para generar cambios hay que ser creativo, partiendo por el ciudadano común y corriente. “La forma más obvia es cuidar el agua, apagar el televisor si no lo estás viendo. Cosas pequeñas que son muy importantes. Pero hay un segundo nivel, un poco más sofisticado. Por ejemplo, la mejor acción que uno puede realizar a favor del medio ambiente es ser vegetariano”, asegura. ¿La razón? Al tomar las calorías necesarias para vivir de los vegetales, la eficiencia en el uso del agua y el suelo es mayor. “Convertirse en vegetariano es la decisión más determinante que puedes tomar para ayudar al medio ambiente. Pero también puedes tomar decisiones no tan radicales, como comer alimentos sólo de la estación”.
Dado el enfoque social de su teoría, las soluciones que Manzini propone parten por dejar de lado el individualismo. “Cuando decides empezar a hacer cosas con y por los otros, empiezas a mezclar lo que llamo la sustentabilidad ambiental con la social. Una buena medida que mezcla las dos sería, por ejemplo, adoptar el carpooling (compartir el auto) para ir al trabajo. Porque, para mí, la acción más impactante es aquella donde no construyes nada nuevo sino que ocupas lo que ya existe para crear una mejora”.
La paradoja del ecodiseño
Actualmente, las casas verdes o los autos híbridos han aparecido como el camino sustentable a seguir, porque ahorran energía y disminuyen la emisión de gases tóxicos y la huella de carbono. Y si bien para Manzini son importantes, no alcanzan para ganarle al calentamiento global. Incluso en algunos casos el ecodiseño no cumple con su propósito. “Los autos híbridos, por ejemplo, son el resultado de un inteligentísimo ecodiseño, pero si todos los autos que hoy tenemos en Santiago fueran híbridos, los tacos seguirían. Por eso es mucho mejor meter cuatro personas en un auto normal. Para mí eso es mucho más innovador”.
Los mismo ocurre con las casas “verdes”, porque más que encontrar métodos para ahorrar agua o energía, lo más importante es ocupar el espacio de una manera eficiente. “En Europa, las familias son cada vez más pequeñas, pero donde tienen que vivir cuatro viven dos, por lo tanto el gasto igual termina siendo mayor”. La propuesta de Manzini es vivir en espacios pequeños, pero con muchos servicios comunales. “Por eso digo que una de las ciudades más ecológicas es Hong - Kong. Viven en grandes torres en pequeños espacios, que se acercan más a la sustentabilidad, porque el número de metros cúbicos usado por individuo es menor”. Es decir, en lugares pequeños, locales, abiertos y conectados.
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