Revista Que Pasa

Una hermosa levedad

Sé que puede ser un detalle simplemente, o una casualidad si prefieren, pero yo creo que no, que es importante: dos de las escenas más bellas que ha protagonizado Lily Collins (1989) –hija de Phil Collins, aunque este detalle es irrelevante, créanme– están musicalizadas con dos de los temas más geniales de Elliott Smith: en Stuck in Love (2012), arriba de un auto, escucha "Between the bars" justo cuando está a punto de aceptar que quiere estar junto a Logan Lerman; y en Los imprevistos del amor (2014) suena "Son of Sam" cuando está amaneciendo, después de que ha vivido una noche memorable e infinita junto a Sam Claflin, su mejor amigo y de quien, se dará cuenta tiempo después, siempre ha estado enamorada.

Stuck in Love y Los imprevistos del amor son dos películas modestas en sus ambiciones, demasiado edulcoradas y obvias, pero logran sobrevivir a los lugares comunes, básicamente porque ver a Lily Collins en pantalla es siempre algo sorprendente; hipnótico, me atrevería a decir. Y no hablo simplemente de su belleza innegable, sino de otra cosa: Lily Collins tiene el talento necesario para darle luminosidad a cualquier personaje. Puede ser Blancanieves (sí, Blancanieves, no estoy bromeando) en Mirror Mirror (2012) o la jovencita que queda embarazada con 18 años y que debe crecer de golpe en Los imprevistos del amor: la fragilidad, el humor y una levedad difícil de describir –pero indudablemente atractiva– son atributos que están ahí, a la vista en sus actuaciones, y que en manos de un director talentoso podrían convertirla en una de esas actrices que te obligan a seguirlas a donde sea.

Les aseguro que cuando eso ocurra, este mundo será un lugar mejor.

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