Sustentabilidad

Informe global advierte que la contaminación por plásticos se duplicaría al 2040 y reabre debate sobre hábitos de hidratación

El estudio Breaking the Plastic Wave 2025 alerta sobre el impacto ambiental y sanitario del plástico de un solo uso, poniendo el foco en el consumo cotidiano de agua y la necesidad de un cambio cultural.

La contaminación por plásticos enfrenta un escenario más crítico de lo proyectado hasta ahora. Así lo advierte el informe internacional Breaking the Plastic Wave 2025: An Assessment of the Global System and Strategies for Transformative Change, elaborado por la organización independiente The Pew Charitable Trusts, que estima que, de no mediar cambios estructurales, la contaminación plástica podría más que duplicarse hacia 2040. El volumen proyectado equivale a casi un camión de basura por segundo vertido al entorno natural.

El estudio plantea que esta crisis no solo representa un desafío ambiental, sino que tiene impactos directos sobre la salud humana y el bienestar de las personas. Entre los factores que explican este fenómeno, el informe identifica la normalización del plástico de un solo uso en decisiones cotidianas de alto impacto acumulativo, muchas veces invisibilizadas. Una de ellas es el consumo diario de agua.

La discusión cobra especial relevancia a la luz de investigaciones recientes que han detectado la presencia de microplásticos en botellas de agua, lo que incrementa la preocupación sobre los efectos del consumo habitual de agua envasada y refuerza la urgencia de avanzar hacia alternativas de hidratación purificada, seguras y libres de envases desechables.

En Chile —al igual que en otros países— la hidratación se ha asociado históricamente al uso de botellas plásticas, bidones y botellones, configurando un modelo de consumo que hoy comienza a ser cuestionado desde múltiples dimensiones: sostenibilidad, salud y responsabilidad individual y colectiva.

Especialistas coinciden en que abordar la crisis del plástico no pasa únicamente por mejorar los sistemas de gestión de residuos o fortalecer el reciclaje, sino por transformar hábitos profundamente arraigados. En ese contexto, la forma en que las personas se hidratan emerge como un espacio concreto para impulsar un cambio cultural que combine bienestar personal y cuidado del entorno.

Repensar el acceso al agua, su calidad y la experiencia de consumo se instala así como parte de una conversación más amplia sobre la relación con los recursos esenciales. Desde esta perspectiva, Claudio Brinkmann, CEO y cofundador de Maihue, plantea que la hidratación ha sido históricamente subestimada como un eje de bienestar. “Durante años se instaló la idea de que hidratarse era simplemente calmar la sed, sin reflexionar sobre el impacto ambiental del envase ni sobre la calidad del agua que consumimos. Hoy sabemos que la hidratación también es un hábito de salud y una decisión consciente que puede contribuir a reducir la presión sobre el planeta”, sostiene.

Brinkmann agrega que cambiar este paradigma exige ir más allá del discurso ambiental. “Cuando las personas acceden de manera simple y permanente a agua de alta calidad, tienden a hidratarse más y a desplazar alternativas menos saludables. Ese cambio de hábito tiene efectos positivos tanto en el bienestar cotidiano como en la disminución del consumo de plásticos de un solo uso”, afirma.

Según datos recopilados por la compañía, más del 80% de sus usuarios declara consumir más agua tras modificar su forma de hidratarse, reemplazando botellas y bidones por sistemas de acceso ilimitado conectados a la red de agua potable. Asimismo, ocho de cada diez hogares reporta una mejora en sus hábitos y una mayor conciencia en torno a la sostenibilidad del consumo de agua, tanto en el hogar como en espacios de trabajo.

Este cambio de comportamiento también tendría efectos medibles a nivel ambiental. La empresa asegura haber reducido más de 70 millones de botellas plásticas en los últimos 12 meses, consolidando su posicionamiento en prácticas empresariales orientadas a la sostenibilidad.

El informe internacional enfatiza que las soluciones más efectivas frente a la contaminación plástica son aquellas que se integran de forma natural en la vida cotidiana, facilitando decisiones responsables sin sacrificar calidad de vida. En un país donde el consumo de bebidas azucaradas sigue siendo elevado y donde el agua embotellada suele percibirse como un gasto inevitable, revalorizar el agua como fuente principal de hidratación aparece como un desafío urgente y, a la vez, una oportunidad concreta de transformación cultural.

“La discusión sobre los plásticos muchas veces se queda en cifras globales o en políticas públicas, pero el cambio real ocurre cuando logramos conectar esos desafíos con acciones cotidianas”, concluye Brinkmann. “Cada vez que una persona elige hidratarse de forma consciente, no solo cuida su salud, también participa activamente en la reducción de residuos y en la construcción de una relación más responsable con el agua”.

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