Democracia, libertad y justicia social: Chile-China y la siembra de Allende

El papel que mi padre desempeñó en la historia marcó a muchos y sigue vigente en los valores de democracia, equidad y desarrollo económico de todos los pueblos del mundo, aunque los tiempos sean distintos.


Cuando Salvador Allende, a poco de asumir como Presidente de Chile, pide al embajador Enrique Bernstein que informe al embajador de China en París nuestro deseo de establecer relaciones diplomáticas entre ambos países, lo hace con la convicción que traía de años: era imposible pensar en construir un nuevo orden internacional sin la plena participación de China.

Por eso sintió que dábamos un gran paso y un testimonio de visión internacional cuando un comunicado de ambas partes, aquel 15 de diciembre de 1970, dio cuenta del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Chile y China. Y más satisfecho aún, como lo muestran las fotos de la época, estuvo al recibir en La Moneda al primer embajador de la República Popular China en nuestro país.

Allende visitó por primera vez China en 1954, junto con mi madre, Hortensia Bussi, y encabezando una delegación de profesionales. Pero ya antes había demostrado su visión de futuro sobre lo que China llegaría a ser, impulsando algo que siempre sintió esencial: las relaciones culturales entre los pueblos.

En noviembre de 1952, junto a Pablo Neruda, José Venturelli y otras personalidades puso en marcha el Instituto Chileno Chino de Cultura, la primera entidad con presencia de la República Popular China en toda la América Latina.

Cuando regresó de aquel viaje mi padre estaba orgulloso de traer consigo una pintura en tinta china de un caballo airoso emprendiendo el galope. No era cualquier obra de arte. Era un original de Xu Beihong, para muchos el mejor artista chino del siglo XX. Aquel cuadro aún se conserva en el comedor de nuestra casa y siempre despierta comentarios de quienes han estado en el país asiático. El pintor quiso simbolizar muchas cosas, especialmente el esfuerzo de su pueblo para dejar atrás años de guerras, hambres y mucha pobreza. Creo que eso lo veía Allende, convencido que China tomaría un camino propio para construir su desarrollo.

China tomaba otro rumbo

En 1963 viajé China con mi madre y recorrimos diversas regiones. Una inmensidad donde se constataban tantas tareas por hacer, pero donde se veía un pueblo dispuesto a abordarlas. Diez años después, el golpe militar nos llevó al exilio y desde lejos vimos como China tomaba otro rumbo, sustentado en el pragmatismo, para avanzar hacia en un modelo de crecimiento inédito en el devenir socialista. Solo regresé a mediados de los años 90 como parlamentaria y miembro del Partido Socialista: era un nuevo país, con una economía en ebullición.

En junio de 2008 volví a Beijing para un acto conmemorativo por los cien años del nacimiento de Salvador Allende. Fue emocionante oír a un trío de muchachas cantando Gracias a la Vida. Un momento fraterno para recordar su legado. Por eso dije: “El papel que mi padre desempeñó en la historia marcó a muchos y sigue vigente en los valores de democracia, equidad y desarrollo económico de todos los pueblos del mundo, aunque los tiempos sean distintos… Sabemos que cada experiencia histórica es irrepetible, pero la del Gobierno de Salvador Allende sentó las bases para darle continuidad a los grandes ideales que abrazó y que siguen vigentes: democracia, libertad y justicia social.”

Hoy es evidente que la globalización tomó un rumbo sembrador de desigualdades, olvidando que su expansión sólo se hace legítima si tiene al ser humano en el centro. Ya lo advertía Allende al denunciar el incremento de la economía transnacional sin normas ni estatutos. Hoy estamos en tiempos de revisión de paradigmas y, en ese marco, países como Chile y China - más allá de sus diferentes culturas y modelos políticos – tienen la oportunidad de intercambiar experiencias e incrementar un diálogo moderno y de futuro.

Los años que vienen harán que la distancia deje de ser un obstáculo principal en las relaciones entre Chile y China. La comunicación digital ya nos puso en evidencia que, más allá de diferencias horarias y de idiomas, la interacción de autoridades gubernamentales, de académicos, de empresarios o de artistas es viva y creciente.

Isabel Allende Bussi, senadora de la República de Chile.

Construir un diálogo

Para muchos el que China sea hoy nuestro principal socio comercial y el intercambio total supere los 43.000 millones de dólares es lo primordial en la relación con esa potencia asiática. Por cierto, es un dato muy determinante para los duros desafíos económicos que nos cabe enfrentar ahora y al futuro. Pero dentro del complejo escenario internacional donde estamos tendremos que construir con China un diálogo de muchas perspectivas, así como de manera autónoma será importante hacerlo con otros grandes países de influencia mundial. Los años que vienen harán que la distancia deje de ser un obstáculo principal en las relaciones entre Chile y China. La comunicación digital ya nos puso en evidencia que, más allá de diferencias horarias y de idiomas, la interacción de autoridades gubernamentales, de académicos, de empresarios o de artistas es viva y creciente. La pandemia demostró como hay necesidades que nos acercan. Pero los desafíos a futuro serán muchos y múltiples para responder a una generación que, en muchos sentidos, ha hecho del desarrollo sustentable su razón de ser. Y ello está presente tanto allá como acá.

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