
Kylie Minogue en Movistar Arena: no puedes sacártela de la cabeza
Casi dos horas y más de 20 canciones, despachó la diva australiana la noche del 12 de agosto. Una presentación cargada a la pista de baile, que fluyó con un diseño bien trabajado y una sorprendente gracia en escena. Además sazonó con un toque moderno algo de su material más antiguo.

La idea es emular la sensación de vértigo de una discoteca. El beat de pulso firme y sostenido sonaba mientras surgía el espectacular juego de luces láser, de intenso azul, en el espacio del Movistar Arena. Fue la introducción para Kylie Minogue. Una entrada de estrella.
En su segundo show en su regreso al país, tras su presentación del sábado 16 en Gran Arena Monticello, la diva ofrece un show directo y concentrado en su figura. “Santiago”, dice cuando entra al escenario, con 15 minutos de retraso en un repleto Arena, mientras aún hay gente acomodándose en sus asientos. Aunque no durarán mucho sentados.
De entrada, la australiana despliega uno de los varios popurrís de temas que sonarán durante la noche. De la más reciente Lights camera action, al hit What do I have to do, que cierra con la diva posando a contraluz, estos segmentos apuntan a encender al respetable. Vestida con un conjunto anaranjado como de látex, Minogue se mueve con una sorprendente gracia y su voz suena en forma, pese a su intenso calendario de giras y sus bien llevados 57 años (aunque hay pasajes es que es notorio el auxilio de las pistas).

El Tension Tour arrancó en su natal Australia en febrero y llega a Chile tras su paso por Estados Unidos y un reciente tramo por Europa. En general ha recibido buenas críticas de la prensa internacional
A la manera de divas como Madonna o Rafaella Carra, algunos transiciones entre los segmentos del show son marcados por coreografías en solitario del eficiente y bien preparado cuerpo de baile de la artista (totalmente masculino). En las pantallas, una imagen de su rostro bañado en color de alta resolución marca su regreso al escenario tras su primer cambio de vestuario, esta vez con un conjunto de un rojo oscuro y de inspiración oriental. La extravagancia es parte de su propuesta.
La banda en vivo de tres músicos (batería, bajo/teclado y guitarra), a los que se suman tres coristas, sostiene el repertorio del show. Aunque, evidentemente, es Kylie la que concentra el protagonismo. La iluminación la sigue en su recorrido por el escenario y cuando camina por la pasarela que se extiende desde el mismo.

La cantante aprovecha una pausa para generar un momento de acercamiento al público. Lee algunos de los carteles y saluda a los fans más militantes que han llegado a la fiesta con outfits a juego, donde brillan las lentejuelas.
Luego sigue el show con el hit The Loco-motion, un tema de 1987, que suena renovado con un arreglo sostenido en una rítmica marchante. Así, se aprovecha para moverse al pequeño escenario central, donde Kylie se hace acompañar por sus tres coristas y el guitarrista de su banda.
Es el momento en que sale de la discoteca y se dedica a mimar a los fans, cantando fragmentos de temas e incluso se agacha para cantarle a uno que le obsequia una delicada rosa. Apropiadamente, canta una estrofa de Where the wild roses grow, el tema que grabó junto a su compatriota Nick Cave, y sigue con Say Something, coronando un momento emotivo. Luego regresa al escenario donde se reactiva el universo de neón.
Kylie Minogue también ofrece dramatismo al hacer Confide to me. Antes de cantar, pasa en la pantalla un pequeño corto en blanco y negro de inspiración clásica, que sorprende al público. Regresa vistiendo una capa negra que marca su nuevo cambio de look y le da un aire de misterio al tema. Las percusiones, machacantes pero de mid tempo le suman tensión a un momento más cargado a la electrónica. Una combinación que a ratos coquetea con el triphop y le permite hacer algunos juegos de interpretación, alargando las notas.

El intervalo final mantiene el tranco. El público rompe en ovación cuando pasa el hit Can’t Get You Out of My Head, muy fiel a la versión de estudio, aunque con un ligero acento en los beats, para invitar al baile. Cuando parece terminar, Kylie canta a capella junto al público el insistente estribillo “La-la-la, la-la-la-la-la”. Un momento en que ella en solitario mantiene en alto la tensión del show, con el manejo de una experimentada en la carretera.
El subidón de energía permite el remate del show, en que pasan como una sola gran repasada el hit viral Padam Padam, In My Arms y Love at First Sight. El público brama por su ídola, pero ella se muestra sorprendida. Posiblemente es parte del personaje, aunque es una reacción que se siente genuina ante el agradecimiento del público. El show, pese a extenderse por casi dos horas no se sintió pesado y fluyó gracias a un esquema bien trabajado y un protagonismo que Minogue lleva con un sorprendente relajo. Como en una noche en la disco.
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