Educación

Brecha digital y estafas: por qué es clave educar a los adultos mayores

En un país que envejece aceleradamente y donde gran parte de los trámites y productos financieros se gestionan en línea, la falta de habilidades digitales expone a las personas mayores a riesgos de exclusión y fraude.

Computador / adulto mayor

El envejecimiento de la población es una tendencia estructural. Según cifras del INE, la proporción de personas de 65 años o más pasó de un 6,6% en 1992 a un 14% en 2024, lo que significa que ser una persona mayor hoy representa cerca del 32% de la vida promedio. Pero, ¿estamos preparando a las personas para vivir esa etapa con plenitud?

Una de las grandes barreras es la brecha digital, que genera exclusión y vulnerabilidad. Pablo Bascur, coach financiero, identifica tres temores centrales en quienes tienen más de 60 años: cometer errores irreversibles en plataformas digitales, perder la privacidad de sus datos y, sobre todo, ser víctimas de fraudes o estafas financieras. Estos temores no son infundados. Como él mismo explica, los adultos mayores son blanco frecuente de ciberdelincuentes por razones estructurales: tienen ahorros acumulados, menor familiaridad con tácticas digitales y, en algunos casos, son más susceptibles a la persuasión o intimidación.

Para Carmen Gloria Góngora, cofundadora de LifeGoApp —una plataforma enfocada en disminuir la exclusión digital y el aislamiento social en personas mayores del mundo hispanohablante—, la educación financiera y digital es la herramienta más poderosa para revertir esa vulnerabilidad. “Hoy, la mayoría de los productos financieros se gestionan en línea. Saber usar herramientas digitales ya no es un lujo, es una necesidad básica. Aprender finanzas y tecnología permite a las personas mayores proteger su patrimonio, tomar decisiones informadas, mantenerse conectadas y fortalecer su rol social”, afirma.

La evidencia respalda esa afirmación. Estudios como el de NeuroTracker han demostrado que, con acompañamiento adecuado, las personas mayores pueden adquirir nuevas competencias tecnológicas e incluso mejorar su desempeño cognitivo, equiparándose al de adultos jóvenes. El aprendizaje no tiene edad, pero sí necesita entornos respetuosos, ritmos personalizados y espacios seguros.

Además de entregar autonomía, la educación digital y financiera mejora el bienestar emocional. Góngora subraya que saber hacer trámites en línea, prevenir estafas y mantenerse conectado con familia y comunidad se traduce en más seguridad personal y menos dependencia. Y agrega que educar en estos temas no solo empodera a las personas mayores, sino que también contribuye a cerrar brechas generacionales y construir una sociedad más justa e inclusiva.

En ese contexto, comparte diez claves para fortalecer la seguridad financiera y digital en la vejez: elaborar un presupuesto mensual para tener control económico; ahorrar, aunque sea en pequeñas cantidades; informarse antes de contratar productos financieros; usar contraseñas robustas y cambiarlas con frecuencia; desconfiar de ofertas demasiado buenas para ser ciertas; familiarizarse con apps bancarias y billeteras digitales; buscar asesoría especializada en caso de dudas; participar en cursos o talleres; mantenerse informado a través de fuentes confiables; y compartir lo aprendido con otros, para crear redes de apoyo.

Más que una cuestión de habilidades, se trata de una apuesta por la dignidad y la inclusión en todas las etapas de la vida. Invertir en educación financiera y digital es, hoy, una de las formas más efectivas de preparar a las personas mayores para una longevidad plena, participativa y conectada con el mundo que las rodea.

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