La historia tras la reconciliación de los líderes de Los Ángeles Negros

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La banda en su era de gloria, con los líderes y amigos, Germaín de la Fuente y Mario Gutiérrez (ambos a la der.).

Sus fundadores, Germaín de la Fuente y Mario Gutiérrez, se reunirán por los 50 años del grupo, tras años de disputas y enfrentamientos. Jorge Leiva, el director del elogiado documental sobre el grupo, escribe sobre el hito.


El domingo 24 de este mes se celebran los 50 años de Los Ángeles Negros. La fecha es imprecisa apenas unos días. Fue el 8 de junio de 1968 cuando el grupo ganó el concurso de la radio La Discusión de Chillán, cuyo premio era la edición de un disco sencillo. Así grabaron Porque te quiero, de Orlando Salinas, la canción que los puso en radios, los llevó al sello Odeón, y allí, un año después, grabaron el LP Y volveré. Desde entonces se convirtieron unos de los pilares de la música romántica chilena y latina.

La celebración del 24 de junio es en el Teatro Metropolitan, uno de los principales de la capital mexicana. El lugar es el más adecuado, porque es en México donde el conjunto cimentó su carrera, y donde el llamado "grupo oficial", que dirige el guitarrista fundador (y propietario del nombre) Mario Gutiérrez, vive hace casi 40 años. Pero en el cumpleaños se va a producir un encuentro histórico. Lo anunció el propio Gutiérrez: desde que se fue de Los Ángeles Negros en 1974, el cantante Germaín de la Fuente volverá a cantar con el grupo. O con más precisión: por primera vez en más de 40 años se reunirán los dos compañeros de liceo que fundaron Los Ángeles Negros. Germaín y Mario. Son ellos los que estaban ese 8 de junio en la final del concurso radial de La Discusión de Chillán. En ese momento eran un cuarteto. Tres ex estudiantes del Liceo de San Carlos: Mario Gutiérrez en la guitarra, Cristián Blasser en la batería y Germaín De la Fuente en teclados y en la voz. El bajo estaba a cargo de un joven inspector del liceo, Sergio Rojas, que además era el inventor del nombre.

Los cuatro compitieron con un grupo también de San Carlos, Los Crawfish, mucho más rockeros y juveniles. Los Ángeles Negros, también de base guitarra-bajo y batería, cantaban canciones románticas, porque ese era el gusto de su cantante. Germaín era un poco mayor que sus compañeros, y era muy reconocido en el pueblo por sus capacidades vocales. Fue el último en integrarse y su condición fue esa: cantar temas de amor.

En una ajustada final, la noche del 8 de junio de 1968, ganaron el concurso. Un acto en la Sociedad de Artesanos La Unión, de Chillán, a dos cuadras de La Discusión, que transmitió en vivo todo el evento. En ese mismo momento, en el otro extremo de América, transcurría la otra parte de la historia de Los Ángeles Negros. En Quebec estaba el ex Red Junior Miguel Zabaleta cumpliendo unas presentaciones en hoteles y clubes, con su banda los Topsies. Con ellos hacían canciones de moda. Los Topsies eran tres: el tecladista Jorge González. El bajista Nano Concha. Y el baterista que antes tocó con Pat Henry, Luis Ortiz. Él y Nano eran fans del soul, y se escapaban a clubes a mirar músicos negros.

Cuando regresaron a Chile los llamó el director de Odeón, Jorge Oñate, y les contó que estaba grabando con un desconocido grupo de San Carlos, que le llamó la atención por las altas venas de su single Porque te quiero. Pero tras un par de sesiones, al grupo le quedaron solo dos músicos: el cantante (el principal para Oñate) y el guitarrista. Le faltaban el bajo, la batería y el teclado, así que, con la secreta idea de que se integraran a Los Ángeles Negros, presentó a los cinco músicos. Los dos sancarlinos y los "ex Topsies".

El resultado es conocido. Terminaron ese primer disco y, enseguida, se propusieron el segundo. Encargaron repertorio, todos pusieron lo mejor de cada uno y salió Y volveré. Era 1969, y así comenzaba un fenómeno que se ha visto pocas veces desde la música chilena. Grabaron seis álbumes, viajaron desde Argentina a México hasta que en 1974 se fue De la Fuente, y la historia se partió.

Desde entonces se han dado casi todas las combinaciones posibles entre los músicos y con muchos grupos paralelos. Pero es Mario el que vio partir a sus compañeros (y algunas veces volver), uno por uno. Cuando en 1992 se fue Nano, él quedó como único integrante original. Mario siempre se reconoció como el menos músico de todos, y la insegura guitarra de Los Ángeles Negros, esa que parece que fuera a equivocar en cada nota, lo retrata. Pero es él quien ha mantenido vivo al grupo estos 50 años. Este 24 de junio su perseverancia será reconocida por su viejo compañero en un escenario. Tal vez se abracen, tal como hace medio siglo, cuando tenían 19 y 21 años, y ganaron ese concurso en Chillán.

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