
Columna de Paula Escobar: La bolsa y los gatos

Les han dicho de todo.
Que pavimentan un camino hacia la “tiranía”. Que se han gastado una millonada en almuerzos. Que pueden terminar como la bolsa de gatos a la que aludió Pepe Mujica. Que no se dedican a la labor para la que los eligieron. Que no les dan la palabra. Que hay show y caos...
Un sinfín de acusaciones, unas de índole política, otras francamente anecdóticas, han recibido la Convención y su mesa. De lo ideológico a lo doméstico, de lo grande a lo pequeño. Y muchas de estas críticas amargas (algunas muy injustificadas) provienen justamente de quienes nunca creyeron en el proceso constitucional, gozaron de mayorías parlamentarias infladas por el sistema binominal y de choferes y gastos de todo tipo cargados al erario nacional gracias a sus cargos en el Poder Legislativo o Ejecutivo.
Esa hojarasca, gran carnada para redes sociales, dificulta ver los avances que la Convención Constitucional ha alcanzado, pese a todo, en este casi primer mes de trabajo.
En primer lugar, ya están constituidas y trabajando las ocho comisiones transitorias y algunas subcomisiones, con coordinadores electos y electas en cada una. La relevante Comisión de Reglamento, dirigida por Amaya Álvez, está haciendo un trabajo transversalmente bien evaluado hasta ahora. Álvez ha declarado: “Desde mi posición de abogada, el quórum para aprobar las normas constitucionales en esta Convención Constitucional es de 2/3 de las partes de los convencionales en ejercicio” (despejando uno de los temas que producían mayor inquietud). Y dos materias muy relevantes se zanjaron esta semana: la primera es el acceso de la prensa a la Convención.
Las y los periodistas reclamaron el derecho a tener los mismos estándares de cobertura que existen, por ejemplo, en el Parlamento, donde pueden ingresar a salas, pasillos, hacer preguntas, en fin: hacer su trabajo in situ. Hubo miembros de la Convención a los que no les acomodaba ampliar el acceso. No les parecía adecuado que los periodistas pudieran elegir qué mostrar de las sesiones o las interpretaciones que pudieran hacer de ellas; muchos tienen visiones muy críticas de la prensa, que por cierto no es infalible.
Pero garantizar una prensa libre que pueda fiscalizar a los poderes es un elemento base en democracia. Y la Convención es un poder que requiere igual escrutinio y fiscalización pública. Así lo entendió la mesa, que aceptó que la Convención sea reporteada sin limitaciones, salvo las del aforo. En segundo lugar, esta semana fue clave el debate y la resolución respecto de la elección de la mesa ampliada, con siete nuevas vicepresidencias adjuntas. Un tema muy de fondo estaba en la votación “papal” sucesiva. Pero se optó mayoritariamente por el otro sistema, el de patrocinios, que permite acceso a una mayor amplitud de grupos. Se privilegió la integración en la diferencia, en vez de pasar la aplanadora. Hubo críticas del PC y de la Lista del Pueblo por haberle abierto así la posibilidad de un cupo a Chile Vamos (que tiene 37 convencionales). El recién electo vicepresidente (PS) Pedro Muñoz dio argumentos de peso frente a ese cuestionamiento: “La derecha va a seguir en una posición minoritaria, pero va a estar integrada. Y eso es importante, porque ahí mi consigna es: a los adversarios políticos hay que derrotarlos y no excluirlos”.
Una parte de la derecha votó por Lorena Céspedes, la candidata de Independientes No Neutrales, lo que va mostrando que un grupo de voluntad más dialogante de Chile Vamos va saliendo de la parálisis y adquiriendo una fisonomía propia.
Esto es muy importante, porque muchas de las críticas mencionadas al principio provienen de una derecha apocalíptica, que pareciera en el fondo desear que la Convención fracase, y que pareciera estar preparando el “encuadre” para llamar a votar “rechazo” en el plebiscito de salida. Fue, por lo demás, el mismo tono que emplearon frente al plebiscito por la nueva Constitución. Ni siquiera al constatar cuán pocos son bajaron las revoluciones. Que se hayan hecho todas las elecciones del 2020 y 2021 en paz y tranquilidad, impecables, tampoco bajo ningún decibel en los pronósticos de la catástrofe a la vista. Tampoco que en las primarias legales recientes hayan sido electos quienes tienen propuestas más moderadas dentro de sus coaliciones, y que declaran querer abrir su electorado hacia sectores que no han votado tradicionalmente por sus conglomerados.
No es raro, entonces, que tampoco vean -o, más bien, no quieran ver- las señales positivas que también se van vislumbrando en el trabajo de la Convención.
Pero atrincherarse en la idea de la catástrofe es una actitud irresponsable, es crear una “bolsa de gatos” artificial. Que perjudicará a la CC, pero que los dañará mucho más a ellos como sector. Los condenará a algo peor que el desorden: la irrelevancia total frente al futuro de Chile.
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