
Harald Hauswald, fotógrafo alemán: “La caída del Muro de Berlín fue el golpe de liberación más grande de mi vida”
En el marco de un diálogo organizado por la Instituto de Políticas Públicas de la Universidad Andrés Bello, el gran retratista de la Alemania Oriental –controlada hasta 1990 por el Partido Comunista– analizó el rol de la fotografía documental como acto de resistencia, compartió recuerdos íntimos de sus años en la RDA y vaticinó el difícil presente para los fotógrafos en una época en basta tener un celular para captar imágenes.

La noche del 9 de noviembre de 1989, a punta de picos y palas, cientos de ciudadanos de la República Democrática Alemana (RDA) echaron abajo el Muro de Berlín: una mole de cemento que no sólo separaba físicamente a la Alemania regida por el Partido Comunista de su par Occidental, sino que también retrataba –como ningún otro símbolo– la división del mundo que se produjo durante la Guerra Fría.
–¿Cómo viviste personalmente esa jornada?
–Bebiendo una cerveza. Fue todo muy absurdo. No sé si todo el mundo sabe lo que pasó ese día para que se abrieran las fronteras –dice Harald Hauswald, hoy de 71 años. Para el 9 de noviembre de 1989 tenía 35 y llevaba más de diez fotografiando la vida cotidiana de Berlín Oriental, desde niños jugando en las plazas, oficinistas apurados y escaparates de tiendas hasta la intimidad de los patios traseros de las casas de la época.
La fotografía de Harald Hauswald, fundador de la agencia alemana OSTKREUZ y ganador de la Cruz federal del Mérito por su aporte a la democracia y cultura en Alemania, fue “en años de régimen de control total y partido único, un acto de resistencia”, dice Raúl Figueroa, director del Instituto UNAB de Políticas Públicas, institución que realizó este jueves 25 de septiembre el conversatorio “La historia en primera persona: separación y reunificación alemana a través del lente”, en el marco de la conmemoración de los 35 años de la reunificación alemana.

En un diálogo lleno de intimidad, tal como las fotos del mismo Harald Hauswald, Figueroa entrevistó al artista alemán desde una vereda personal, analizando en retrospectiva cómo fue hacer arte en un ambiente donde imperaban las “verdades oficiales”. Una conversación que recorrió desde sus comienzos en la fotografía hasta el futuro del documentalismo en tiempos de protección de la imagen personal.
“Nos fuimos dando cuenta de que la realidad no era lo que el gobierno nos estaba mostrando”, recuerda Hauswald. “Había una contradicción entre lo real y lo que mostraba el ‘socialismo exitoso’. Vivíamos con este Gran Hermano que venía de Moscú; la vida era barata, cómoda. Había que esperar 12 años para tener un auto y una vez al año se permitía viajar por el bloque oriental. Pero también había personas que querían vivir su vida de otra manera.
Más de 200 alemanes perdieron la vida en la frontera entre las Alemanias e intentando cruzar el Muro, que se construyó en 1961 para restringir al máximo el éxodo entre habitantes de la RDA a Alemania Occidental. En esa época, el niño Hauswald daba sus primeros pasos en la casa fotográfica de su padre, quien se ganaba la vida retratando matrimonios y haciendo fotos para pasaportes.
Pero Harald no quería seguir ese camino, que “no me interesaba nada”, dice. Como en esa época era un mandato tener trabajo para no ser considerado asocial y arriesgar cárcel, se enroló en el único empleo que había disponible: ser repartidor de telegramas.
“Acepté ese trabajo con horario fijo y fue una enorme ventaja, porque mientras me movía iba fotografiando. Era un paraíso”, cuenta.
Una vez que tuvo suficientes imágenes comenzó a exponer en iglesias y a darse cuenta de que su trabajo tenía interés, porque “en los medios nos presentaban un mundo que no era real”.
La vida después del Muro
La visita de Harald Hauswald a Chile se da en el contexto de su exposición fotográfica “Grenzkunst (arte de frontera), Circuito contracorriente / La resistencia cultural en la RDA”, organizada por Aninat Galería, la Embajada de Alemania en Chile y el Museum Fotografiska, y que estará en exhibición hasta el 10 de noviembre.
Quienes vayan a visitarla se encontrarán con una selección de imágenes cotidianas, pero que le valieron al fotógrafo alemán sufrir allanamientos en su casa y la persecusión de la policía secreta alemana, la Stasi: una vivencia que está narrada en el documental de 2008 “Ciclista”, del cineasta alemán Marc Thümmler. “Podría haber solicitado mi salida, pero quise seguir jugando el juego hasta que se pudiera, porque fotografiar abre la puerta al mundo”, dice.

“Creo que sí aporté con algo al cambio”, agrega. “Una navidad, en la Plaza Alexander había una gran feria y los niños se podían subir a un carrusel que tenía minitanques. Yo encontraba tan absurdo que chicos de 2 años se subieran a ellos, e hice fotografías. Tiempo después los sacaron y los reemplazaron por caballitos”.
Si bien es cierto los meses antes de la caída del Muro de Berlín fueron convulsos, Hauswald recuerda que nadie creía que el sistema fuera a derrumbarse. Por eso, la noche del 9 de noviembre de 1989 lo pilló “tomándose una cerveza”.
Y cuando habla de lo absurdo del proceso se refiere a que el movimiento masivo de ciudadanos a través de la frontera, que terminó con el derribamiento del muro, se produjo por un error en concreto: el de Günter Schabowski, vocero del comité central del Partido Socialista Unificado de Alemania Oriental, quien anunció en un comunicado público que los ciudadanos de la RFA podrían viajar libremente a la RDA. Su error hizo que miles de personas quisieran cruzar, por lo que obtuvieron la autorización de los guardias fronterizos ante la falta de contingente para controlarlos.
“Yo también salí”, cuenta Harald Hauswald. “Éramos miles de ciudadanos versus 20 soldados impotentes que, si usaban sus armas, habrían sido colgados del poste de la luz”. Con mi novia, esa noche le preguntamos a la guardia si podíamos cruzar a tomarnos una cerveza y nos dijeron: ‘Por supuesto’. Tomamos hasta las 5 de la mañana”.

“Fue el golpe de liberación más grande que tuve en mi vida”, dice sobre esos días el fotógrafo alemán. “Mis fotos de la RDA, entonces, se convirtieron en una colección”.
Con los años, Hauswald siguió dedicándose a la fotografía. Fundó la agencia OSTKREUZ junto a Ute y Werner Mahler, ha realizado más de 250 exposiciones en todo el mundo y aún sigue dedicado a la fotografía callejera / documental.
Desde esa vereda, el artista muestra su preocupación por el trabajo fotográfico actual, en un mundo en cada persona con un celular en la mano es un potencial fotógrafo: “Cualquiera puede hacer una fotografía, pero no todas las imágenes pueden persistir en el tiempo”, afirma.
Asimismo, le preocupa las restricciones cada vez más frecuentes que se dan, al menos en Europa, para fotografiar personas en ámbitos públicos. “Muchas se sienten atacadas, hoy estamos necesitando consentimiento firmado. ¿Qué va a pasar? Que en 50 años más no va a haber fotos de espacios públicos… salvo las selfies”.
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