Menopausia, terapia hormonal y género: La deuda científica con las mujeres
"Cuando una decisión sanitaria -como haber asociado erróneamente la terapia de hormonal sustitutiva a mayor riesgo de cáncer y eventos cardiovasculares- afecta exclusivamente a mujeres y se posterga por décadas, no es neutral", dice en la siguiente columna María Carolina Rodríguez Domínguez, directora de la Escuela de Obstetricia de la Universidad Andrés Bello.

El 10 de noviembre de 2025 marcó un hito para la salud pública femenina. La FDA y el Departamento de Salud de EE. UU. retiraron oficialmente las advertencias en recuadro negro sobre la terapia hormonal sustitutiva (THS), reconociendo que durante más de dos décadas las decisiones clínicas se basaron en “mala ciencia” e “inercia burocrática”.
¿El resultado? Mujeres privadas de una terapia efectiva por miedo, desinformación y sesgos profundamente arraigados en la práctica médica.
En 2002, el estudio Women’s Health Initiative (WHI) generó pánico mundial al asociar la THS con mayores riesgos de cáncer de mama y eventos cardiovasculares. Pero sus fallas metodológicas eran evidentes: la edad promedio de las participantes superaba los 63 años y se utilizaron combinaciones hormonales que hoy ya no se prescriben.
Aun así, su impacto fue devastador. Muchos médicos y usuarias abandonaron la terapia, y millones de mujeres enfrentaron en soledad los efectos del climaterio.
En Chile, la comunidad científica reaccionó con mayor rapidez. Desde 2002 se alzaron voces críticas sobre los hallazgos del WHI, señalando inconsistencias y llamando a no replicar decisiones apresuradas. El Ministerio de Salud no solo generó orientaciones específicas, sino que incorporó a las matronas como personal clave en el manejo del climaterio desde la Atención Primaria.
Hoy contamos con guías clínicas nacionales, protocolos y una mirada más integral. Pero eso no basta si el miedo, el estigma y la desinformación siguen dominando la conversación, y la deuda persiste.
Según el estudio MUSA (2025), el 70% de las chilenas experimenta síntomas climatéricos moderados o severos, pero solo una de cada diez accede a THS. La Encuesta Nacional de Salud estimó que más de 1,3 millones de mujeres entre 45 y 64 años están en etapa menopáusica. Muchas vivirán más de un tercio de su vida en condición posmenopáusica, con impactos documentados en su salud mental, sexual, ósea y cardiovascular.
Las consecuencias de aquella “mala ciencia” no fueron solo académicas: fueron reales, con impacto en la salud cardiovascular, mental, sexual y ósea.
La osteoporosis afecta a más de un cuarto de las mujeres postmenopáusicas chilenas. Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte femenina. La salud mental se ha visto deteriorada silenciosamente.La ciencia debe ser rigurosa, pero también autocrítica. No todo estudio es sinónimo de verdad. El género importa. El contexto importa. Y el silencio también. Cuando una decisión sanitaria afecta exclusivamente a mujeres y se posterga por décadas, no es neutral.
Hoy la matronería tiene un rol clave en la educación, pesquisa y tratamiento de los síntomas climatéricos. La Atención Primaria debe reforzarse con formación actualizada, recursos y autonomía profesional para ofrecer las terapias disponibles.
La salud de las mujeres no puede seguir dependiendo del miedo generado hace dos décadas por un error que costó demasiado. Es momento de recuperar la confianza en la ciencia bien hecha, en las mujeres que exigen ser escuchadas y en los equipos de salud que las acompañan con información clara y sin prejuicios. La menopausia no es una enfermedad, pero el abandono sí lo es.
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